Refugiados empujados al mar

Barco sobrecargado. Inmigrantes
Foto: GIORGIO PEROTTINO / REUTERS
   
Actualizado: sábado, 18 abril 2015 11:05

Un desastre humanitario generado por la política

MADRID, 18 Abr. (Por Aurélie Ponthieu, asesora de Asuntos Humanitarios de Médicos Sin Fronteras) -

Médicos Sin Fronteras (MSF) anunció la semana pasada la puesta en marcha de operaciones de búsqueda, rescate y salvamento en el Mediterráneo. La medida ha sido considerada inusual en algunos medios de comunicación, dado que las operaciones de salvamento en el mar se encuentran fuera de las actividades habituales de MSF.

La decisión del lanzamiento de una misión sin antecedentes en la organización médico-humanitaria se ha tomado motivada por la crisis humanitaria que, cada año, empeora en el Mediterráneo y ante la falta de voluntad de la Unión Europea de cambiar las políticas que han llevado a esta situación. Salvar vidas es nuestra actividad principal, ya sea en tierra o en el mar.

En los últimos 15 años, el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio para más de 20.000 inmigrantes y refugiados que buscaban protección y una vida mejor en Europa. Al menos 3.500 personas se ahogaron en 2014 tratando de llegar a las costas europeas. Muchos de ellos procedían de Siria, Eritrea o África subsahariana. En lo que va del año, 900 personas podrían haber perdido la vida en esta travesía según algunas estimaciones; y todo ello antes del período de verano, época en la que la mayoría trata de llevar a cabo una de las rutas migratorias más peligrosas.

La migración en barcos es un fenómeno complejo, influido por factores geopolíticos y socioeconómicos: conflictos, pobreza extrema, violaciones masivas de los Derechos Humanos... pero no nos engañemos, se da también debido al fracaso del sistema de protección de los refugiados y al hecho de que muchas de estas personas permanecen varadas indefinidamente en instalaciones deplorables. Al menos la mitad de las personas que se suben a unas embarcaciones frágiles que no son aptas para emprender la travesía huyen de zonas de conflicto y se les concederá el asilo una vez lleguen a Europa.

PREVISIÓN DE LLEGADAS SIN PRECEDNTES

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Foto: Médicos Sin Fronteras

El número de entradas de personas por mar registradas en 2014 llegó a 218.000, frente a los 60.000 de 2013; con una guerra siria que azota sin cesar el país y la creciente inestabilidad en Libia, se espera que el número de personas que se lanzarán al mar este año no tenga precedentes. Mientras los canales y medios seguros para llegar a Europa sigan siendo escasos, existen pocas opciones disponibles para los refugiados que no sea intentarlo por mar.

El desplazamiento de personas en Siria es el más masivo de la historia reciente, y el papel de Europa en esta crisis será recordado por sus escasos esfuerzos por socorrer a los casi 4 millones de refugiados sirios que han huido del país. El 95 % de estos refugiados está registrado en los países vecinos --en campos y centros urbanos de Jordania, Turquía, Líbano e Irak-- lo que está llevando al límite la capacidad de asistencia local e internacional.

El problema es que en lugar de aliviar esta carga, los estados europeos están construyendo muros para mantener a los refugiados fuera de Europa y están alentando a estos países a absorber aún más personas. Hasta el momento, los países europeos han establecido una exigua cuota de reubicación de 36.300 refugiados sirios, esto es, solo el 4 % de los refugiados sirios han logrado ser admitidos en la Unión Europea (UE). Alemania es el país que brinda la gran mayoría de los cupos con 30.000, mientras que España ha ofrecido 130 plazas para refugiados sirios, las cifras hablan por sí solas.

La crítica pública provocada por los naufragios de octubre de 2013 en las costas de Lampedusa (Italia) se ha desvanecido ya hace mucho tiempo. Mientras las organizaciones de ayuda a refugiados y los expertos en materia de asilo discuten las formas para evitar muertes en el mar mediante la apertura de conductos seguros y legales, los estados miembros de la UE miran hacia otro lado. Obsesionados con el miedo al 'efecto llamada', estos estados están interesados en mantener a la gente fuera de la vista y no en salvar vidas.

CORTAR EL FLUJO

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Foto: Médicos Sin Fronteras

A principios de marzo, la Comisión Europea anunció el inicio del Equipo Operativo Conjunto Mare. No es una réplica de la operación 'Mare Nostrum' de la Marina italiana, que tenía la intención de rescatar a personas en peligro en el mar. Por el contrario, se trata de un centro de inteligencia marítima destinado a la lucha contra el contrabando de personas; el mismo contrabando de personas que está floreciendo porque la UE ha cerrado sus fronteras terrestres. Hoy en día, la energía y los recursos se centran en cortar el flujo. Pero cortar el flujo -- sin ofrecer otras opciones para las personas que buscan refugio y asilo-- solo se traduce en mayor sufrimiento y muerte.

En línea con esta tendencia, el Gobierno italiano ha propuesto aumentar las capacidades de salvamento marítimo de países como Túnez y Egipto, para que aquellas personas rescatadas puedan ser llevadas de nuevo a orillas del norte de África, en lugar de ser trasladadas a Europa. Nuestros pacientes en Sicilia narran a los equipos de MSF historias terribles sobre el abuso que han sufrido a manos de los traficantes, pero también del maltrato en los países de tránsito, como Egipto y Libia.

Los refugiados sirios y palestinos que tratan de tomar una embarcación desde Egipto con destino a Europa son arrestados y detenidos en condiciones lamentables. Grupos de defensores de los Derechos Humanos han denunciado casos de devolución de personas por parte de las autoridades egipcias, lo que provoca que los detenidos se vean obligados a comprar billetes para volar a un tercer país o, incluso, tienen que regresar a Siria. También existe la creencia, ampliamente extendida de que, en algunos casos, la corrupción de las autoridades estatales permite, en realidad, que existan redes de contrabando.

Las medidas puestas en marcha para detener los barcos pasan por alto el punto más básico de la denominada crisis de migración: las personas que necesitan protección no tienen más remedio que huir. Al menos, el 10% de los pacientes atendidos por el personal médico de MSF en nuestro proyecto en Sicilia ha sido víctima de la violencia en su país de origen o a lo largo de la ruta.

TODAS LAS FRONTERAS TERRESTRES CERRADAS

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Foto: Médicos Sin Fronteras

El hecho de que la peligrosa vía marítima sea ahora la puerta principal de entrada a la UE para los refugiados responde a que todas las fronteras terrestres están cerradas. A finales de 2013, Bulgaria inició la construcción de un muro de 9,6 millones de euros destinado a mantener fuera a los refugiados sirios. Aunque el conflicto en Siria se intensificó, tras el comienzo de esta operación fronteriza, el número de entradas en Bulgaria pasó de 3.626, en octubre de 2013, a unos pocos cientos en enero de 2014. Incluso la agencia de control de fronteras europea, Frontex, admite que esta operación simplemente ha dirigido el flujo de refugiados hacia el mar.

Grecia ya selló su frontera terrestre con Turquía en 2012, desviando la mayor parte de la corriente de refugiados a sus puntos marítimos de entrada. Así, en las islas griegas, el número de llegadas desde enero 2015 aumentó un 145% con respecto al mismo período del año pasado. En estas zonas, las condiciones de recepción son nefastas. Por ello, los equipos de MSF que trabajan en las islas del Dodecaneso han denunciado reiteradamente la falta de voluntad del Gobierno griego para asegurar una asistencia básica a los refugiados.

La Comisión Europea presentará en mayo su nueva agenda en materia de migración. Aún está por ver si este programa reflejará las lecciones aprendidas en los últimos años. Concentrándose en mantener a la gente fuera de sus fronteras e ignorando las vidas humanas que componen estos movimientos, solo se ha logrado una cosa: el sufrimiento y la muerte de miles de personas. Seamos claros: este es un desastre humanitario generado por la política.

Deben adoptarse, de inmediato, medidas concretas para garantizar el acceso seguro de los refugiados a territorios de la UE, la no devolución de éstos y, a su vez, garantizar los estándares mínimos en las instalaciones de recepción de estas personas. Los estados miembros de la UE deben poner en marcha mecanismos adaptados y ambiciosos de búsqueda y rescate en el mar para salvar a los cientos de miles de hombres, mujeres y niños que arriesgarán sus vidas este año en busca de seguridad y protección. El enfoque de tratar de mantener a las personas fuera de Europa debe ser sustituido por un planteamiento que ofrezca vías seguras y legales para quienes necesitan un refugio.

Desde 2002, nuestros equipos en Lampedusa y Sicilia han atendido a los supervivientes proporcionando tratamientos para la deshidratación, la hipotermia y los traumatismos vinculados a la travesía. Pero no han sido capaces de evitar las muertes, y esto es insostenible para una organización humanitaria como MSF. El salvamento marítimo no es la solución a la migración por mar pero es, sin duda, una respuesta para tratar de impedir que las personas mueran mientras esperan que se adopten políticas más humanas. Hasta que estas políticas se pongan en práctica, la forma en que los líderes europeos tratan a los refugiados continuará demostrando su doble moral al no practicar en sus propios países los Derechos Humanos que, con tan buena voluntad, predican en el extranjero.