LONDRES 12 Feb. (de la corresponsal de EUROPA PRESS, Marta Altuna) -
Kelly Taylor, una mujer británica de 30 años, ha pedido a los tribunales que permitan que los médicos la ayuden a morir. La mujer, natural de Bristol, en el sur de Inglaterra, se encuentra en estado terminal y los doctores le han diagonosticado que tiene menos de un año de vida.
Taylor, que tiene problemas en el corazón, los pulmones y la espina dorsal, quiere que los médicos incrementen la medicación de morfina para inducir un estado de coma. Asimismo, ha pedido a los doctores que no le den de forma artificial comida o líquidos.
Sus médicos se han negado a seguir sus peticiones, asegurando que se trataría de eutanasia. Los abogados de Taylor quieren apoyarse en una parte de la Convención Europea de Derechos Humanos que prohíbe "el tratamiento inhumano o degradante" argumentando que no se le debe prohibir la elección de cómo quiere acabar su vida.
La Asociación de Médicos británicos asegura que dar morfina con la intención de acabar de forma deliberada con la vida de alguién "va en contra de la ley y en contra de la ética". Aunque otros enfermos terminales han acudido a los tribunales para pedir su derecho a morir, el caso de Taylor es disitnto porque sus abogados aseguran que los médicos tienen la obligación de dar tratamiento adecuado contra el dolor, aunque ello signifique la muerte de la paciente, una solución conocida como "el efecto doble".
Su cardiólogo y médico de cabecera se han negado a incrementar su medicación a un nivel que pueda provocar que entre en coma profundo. Taylor tiene los síndromes de Eisenmenger y Klippel-Feil. El primero provoca que las personas nazcan con un gran agujero en el corazón, lo que implica que la sangre no fluye de forma normal, causando problemas a la hora de respirar.
El síndrome Klippel-Feil se caracteriza por ser un desorden muscular y de huesos caracterizado por un cuello corto y una movilidad restringida. La ley británica indica que los médicos pueden dar morfina u otro tipo de medicación para aliviar el dolor, aunque pueda tener el efecto de acortar la vida del paciente, el llamado "efecto doble". Sin embargo, es ilegal dar medicamentos con la intención de acabar de forma deliberada la vida de alguien. El suicidio asistido, donde se le ofrece al paciente lo necesario para que se autoadministre medicamentos que pueden resultar mortales, es también ilegal en Reino Unido.
El doctor Peter Saunders, director de la campaña 'Care Not Killing Alliance' (Alianza para el Cuidado y no el Asesinato) indicó que "éste es un caso muy triste, pero lo que realmente se necesita no es un cambio en la ley para permitir inyecciones letales sino acceso a la mayor calidad de ayuda paliativa que se pueda obtener".