Los sindicatos franceses prometen un "martes negro" "decisivo" para forzar la retirada del CPE


PARIS, 27 Mar. (EUROPA PRESS/Javier Gómez Muñoz) -

Francia se apresta a vivir mañana un "martes negro", tras la llamada a la huelga de nueve sindicatos de trabajadores y las cuatro principales organizaciones estudiantiles universitarias y de secundaria, con motivo de las protestas contra los nuevos contratos Primer Empleo (CPE). Al paro casi seguro de los transportes y de buena parte de la administración pública, habrá que sumar las 135 manifestaciones previstas en todo el país.

La paralización de los transportes públicos, clave para el éxito de la movilización, parece asegurada, tras la convocatoria de un paro ferroviario por parte de siete de ocho sindicatos de la empresa nacional de ferrocarriles (SNCF), que comenzará a las 20.00 horas de hoy y terminará el miércoles a las 8.00 de la mañana. "Todavía no hemos alcanzado la cima de la protesta. La jornada del martes puede ser un "punto de inflexión decisivo en la crisis", opinó, ayer, Bernard Thibault, líder del primer sindicato del país, la CGT.

El transporte aéreo podría verse también seriamente afectado después de que los ocho sindicatos de Air France, tres sindicatos de controladores y dos del personal de los aeropuertos parisienses hayan decidido secundar el paro. La Dirección General de Aviación Civil anunció que prevé retrasos y anulaciones, sin más precisiones sobre el número de vuelos que podría quedarse en tierra. El paro en la gestión del tráfico aéreo terminará a las 24.00 horas, y no al día siguiente, como en el caso de los trenes.

El transporte urbano también se verá afectado en las 71 ciudades más importantes del país. En París, los trenes de cercanías serán los que sufran los mayores retrasos y sólo el metro podría funcionar con una cierta normalidad, al 50 por ciento de su frecuencia habitual, gracias al acuerdo de servicios mínimos firmado recientemente entre los sindicatos y la región. Otras empresas públicas, como Correos, sufrirán importantes paros, así como muchos de los ministerios, y una gran parte del funcionariado de la enseñanza, tanto personal docente como administrativo. Asimismo, está previsto que los diarios de información no lleguen mañana a los quioscos por la huelga de transportistas y que la televisión y la radio públicas también sufran interrupciones y problemas.

DIFÍCIL NEGOCIACIÓN

A pesar de los intentos de negociación entablados en los últimos días entre el Gobierno y los sindicatos, la negativa del Ejecutivo a retirar los nuevos contratos ha propiciado que las organizaciones sociales y estudiantiles mantengan su llamada a una "jornada nacional de acción" que incluirá paros y manifestaciones.

El primer ministro, Dominique de Villepin, consciente del daño que esta crisis le está haciendo a su Gobierno y del consenso de la opinión pública contra la reforma, ha dado marcha atrás en su lema de "ni retirada, ni suspensión, ni desnaturalización" y ha aceptado discutir sobre los dos puntos que la misma semana pasada consideró "innegociables": la duración de 24 meses del periodo de prueba de estos contratos y la no necesariedad de justificar el despido.

El jefe del Gobierno ha convocado a una nueva reunión a los sindicatos, esta semana, pero las organizaciones sociales se reservan su respuesta hasta que celebren una reunión intersindical mañana, al término de la jornada de protesta.

El tiempo para un posible acuerdo antes de la promulgación de la ley es escaso. El jueves está previsto que el Consejo Constitucional se pronuncie sobre el recurso de inconstitucionalidad presentado por el Partido Socialista. Si los magistrados dan luz verde al texto, el jefe del Estado, Jacques Chirac, podría promulgar el texto oficialmente el mismo viernes de esta semana, lo que supondría su entrada en vigor.

La Coordinación Nacional Estudiantil, compuesta por representantes de las decenas de universidades públicas que siguen bloqueadas o siendo escenario de protestas a diario (unas 60 de 84) exigieron ayer la dimisión del Gobierno y avisan de que si el Ejecutivo no da un paso atrás tras la movilización del martes, el jueves bloquearán "las principales vías ferroviarias y de tráfico" del país.

MIEDO A LA VIOLENCIA EN LAS MANIFESTACIONES

El otro reto de las organizaciones que convocan la protesta, además del éxito de los paros, es sumar más manifestantes que los entre 530.000 y 1,5 millones congregados el pasado 18 de marzo, en la última jornada de protesta contra los nuevos contratos precarios para jóvenes.

El mayor miedo de los organizadores y las fuerzas policiales es que vuelvan a producirse las escenas de vandalismo acaecidas en la manifestación del pasado jueves, en la explanada de los Inválidos, en París. Ante la pasividad policial, se registraron robos y agresiones a manifestantes, obra, en su mayoría, de gamberros y delincuentes venidos desde los barrios más degradados de la periferia parisiense.

Expertos policiales, citados por medios de comunicación galos, que han dado una importante cobertura a estos hechos, opinan que se trata de jóvenes que participaron en los disturbios de los suburbios de noviembre y que no tienen nada que ver con las manifestaciones, pero que aprovechan para cometer robos y enfrentarse posteriormente a la Policía.

El hecho de que se trate de una manifestación de trabajadores y estudiantes, y no sólo de alumnos, como el pasado jueves, hace menos probable que puedan darse escenas parecidas, pero el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, ha prometido que se extremará la vigilancia en los cortejos.

En este sentido, Bernard Thibault pidió en el 'Journal du Dimanche' a las fuerzas del orden que no intervengan en el interior de las manifestaciones. "La Policía debe concentrarse en el exterior de las manifestaciones y nosotros tenemos que conseguir que los desfiles sindicales cumplan su objetivo", afirmó.