HOPONE (BIRMANIA), 7 Sep. (Reuters/EP) -
La líder opositora birmana y Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, ha hecho un llamamiento a los grupos rebeldes étnicos que se encuentra en conversaciones de alto el fuego en todo el país con el Gobierno para que no se apresuren en alcanzar cualquier acuerdo, pero que busquen uno que garantice una paz y estabilidad duraderas.
Los comentarios de la Premio Nobel llegan antes de que tenga lugar una reunión entre el presidente de Birmania, Thein Sein, y grupos étnicos rebeldes, prevista para este miércoles en la capital del país, Naypyitaw, para discutir un borrador de la propuesta de alto el fuego.
Alzarse con el trato con la mayor parte de los grupos rebeldes de Birmania sería un importante triunfo político para Thein Sein, quien ha convertido este acuerdo en su principal prioridad, aumentando las posibilidades de que su partido, la Unión para la Solidaridad y el Desarrollo (USDP), venza en las elecciones generales de 8 de noviembre.
El proyecto de acuerdo fue elaborado durante casi dos años de negociaciones agotadoras, pero hasta ahora los grupos armados étnicos se han negado a firmar el documento, diciendo que el Gobierno debe enmendar la Constitución para conceder más autonomía a las minorías étnicas.
"Si el acuerdo de alto el fuego es el acuerdo real para dejar de luchar, quiero que se logre lo antes posible. Pero tiene que ser real, efectivo y duradero", ha dicho Suu Kyi en un discurso en la ciudad de Hopone.
CONVERSACIONES DE PAZ
Las conversaciones de paz arrancaron a mediados de 2013 y se estancaron en septiembre de 2014 debido a la incapacidad de las partes para resolver varios puntos clave. Desde entonces, los combates han sido cada vez más frecuentes entre el Ejército y los rebeldes kachin y palaung.
Asimismo, en febrero estalló un conflicto a gran escala entre los rebeldes kokang y el Ejército que ha provocado el desplazamiento de decenas de miles de civiles y que se ha saldado con la muerte de decenas de militares y rebeldes.
Los enfrentamientos entre los rebeldes y el Ejército en 2009 empujaron a decenas de miles de refugiados a cruzar al suroeste de China, desatando las críticas de Pekín, que en esta ocasión ha pedido también que el conflicto se solucione rápidamente.
