MADRID, 7 Abr. (EUROPA PRESS) -
Al menos 80 muertos y cerca de 200 heridos es el balance de la última masacre perpetrada al Norte de Bagdad por extremistas en lo que supone ser uno de los atentados más sangrientos de los últimos meses.
Los suicidas aprovecharon la tradicional oración de los viernes, un día sagrado para los musulmanes, para inmolarse en la mezquita chií de Buratha, en el barrio de Utaifiya. Con el templo abarrotado, las primeras explosiones se registraron dentro del edificio y pocos minutos después, un tercer suicida se inmoló en el exterior. El predicador de la mezquita y uno de los principales dirigentes chiíes del país, Jalal Eddin al Sagheer, culpó directamente a los suníes de los atentados.
La mezquita pertenece a la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica (ASRI), la formación chií más importante dentro de la Alianza Unida Iraquí, coalición que tiene la mayoría dentro del Parlamento. "Cualquiera que esté tras este atentado intenta conducir al país a un conflicto sectario", afirmó Salah Ablerazaq, responsable de la Gobernación de Bagdad, al tiempo que realizó un llamamiento urgente a todos los iraquíes para que acudan a uno de los tres hospitales a donde se trasladaron a los cerca de 200 heridos por las explosiones para donar sangre.
El de hoy supone el segundo atentado contra un templo chií en los dos últimos días y uno de los más terribles de los perpetrados en los últimos meses, con un dramático balance de al menos 80 muertos y dos centenares de heridos. Los suicidas actuaron de forma coordinada y aprovechando las aglomeraciones que se producen en los templos iraquíes los viernes, pues es el día sagrado de oración para los musulmanes. Así, sobre las 15.00 horas (hora local), a la salida del tradicional sermón, dos extremistas se inmolaron dentro de la mezquita chií, mientras que minutos después, el tercero actuaba del mismo modo en el exterior.
El predicador Al Sagheer, uno de los principales políticos chiíes del país, consiguió salir ileso de las explosiones de la mezquita. El chií acusó directamente a políticos y clérigos suníes de alentar "una campaña de distorsiones y mentiras" contra las mezquitas de confesión chií. "Los chiíes son el blanco de esta guerra sucia sectaria librada contra ellos mientras el mundo observa en silencio", aseguró Al Sagheer a la cadena de televisión Al Arabiya. Horas antes, el Ministerio del Interior advertía a la población de Bagdad del peligro que suponen actualmente las multitudes cerca de las mezquitas y mercados.
VIOLENCIA SECTARIA
Pese a que en las últimas semanas las fuerzas de seguridad han redoblado sus controles en la ciudad, con órdenes específicas de proteger los lugares sagrados y permanecer alerta ante presuntos coches bomba, nada parece poner freno a la violencia sectaria desatada entre chiíes y suníes. A los atentados contra templos chiíes, se suma una campaña encubierta de asesinatos selectivos en barrios de Bagdad y ciudades de mayoría suní en todo el país. A lo largo de los últimos meses se han hallado decenas de cadáveres maniatados, la mayoría de ellos ejecutados con un tiro en la nuca. El detonante de la violencia sectaria se activó el 22 de febrero, con el atentado que destruyó uno de los santuarios chiíes más emblemáticos de Irak.
Mientras, y después de casi cuatro meses desde que el 15 de diciembre se celebraran elecciones en el país, los distintos partidos políticos siguen sin llegar a un acuerdo para la formación del nuevo Gobierno. El pasado fin de semana, la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, y el ministro de Exteriores británico, Jack Straw, viajaron por sorpresa a Irak para empujar de alguna forma el proceso. Sin embargo, el nombre propuesto por la Alianza Unida Iraquí -el actual primer ministro, Ibrahim Al Yafari- sigue sin ser aceptable para el resto de grupos que conforma el Parlamento: chiíes laicos, suníes y kurdos.