Vaticano.- El primer Vía Crucis de Benedicto XVI denuncia un mundo "deshumano" y la "agresión" a la familia

Actualizado: sábado, 15 abril 2006 1:46

ROMA, 14 Abr. (de la corresponsal de EUROPA PRESS C. Giles) -

El primer Vía Crucis de Benedicto XVI puso de manifiesto las preocupaciones de la Iglesia por un mundo "deshumano" y por la agresión a la familia y se subrayó el papel que tiene la madre en las meditaciones realizadas en cada estación, escritas por el arzobispo Angelo Comastri, vicario general de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano.

El Papa presidió hoy a las 21:00 horas en el Coliseo de Roma ante miles de personas el tradicional Vía Crucis y llevó la cruz durante dos estaciones, la primera y la última, mientras que en el resto la portaron el cardenal Camillo Ruini, vicario de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal italiana, así como una familia romana, un seminarista estadounidenses, una religiosa, una joven mexicana, dos franciscanos de Tierra Santa, una joven coreana, una angoleña y una nigeriana.

En el acto, se leyeron en cada estación las meditaciones y las oraciones escritas por Monseñor Comastri --el año pasado le tocó al actual Papa y entonces cardenal Joseph Ratizinger-- y en ellas se explicó cómo "hoy se está difundiendo con engañosa propaganda, una enloquecida apología del mal, un absurdo culto a Satanás, un deseo loco de trasgresión, una falaz e inconsistente libertad que exalta el capricho, el vicio y el egoísmo, presentándolos como conquistas de civilización".

En otra de las estaciones se rezó por un mundo deshumanizado por el bienestar donde "la diversión se ha convertido en una alienación, una droga: y la publicidad monótona de esta sociedad es una invitación a morir en el egoísmo".

En otro de los pasos se habló de "la agresión a la familia". "Parece que hoy se esté dando una especie de anti-Génesis, un anti-designio, un orgullo diabólico, que piensa en aniquilar la familia. El hombre quisiera reinventar la humanidad modificando la gramática misma de la vida tal como Dios la ha pensado y querido".

"Pero ponerse en el lugar de Dios sin ser Dios es la arrogancia más insensata, la más peligrosa de las aventuras. Que la caída de Cristo nos abra los ojos y nos permita ver el rostro hermoso, el rostro auténtico y santo de la familia. El rostro de la familia, de la cual todos tenemos necesidad", decían las meditaciones del Vía Crucis.

Asimismo, se mostró preocupación por una sociedad donde "se vende y se compra frecuentemente el cuerpo en las calles de las ciudades, por las calles de la televisión, en las casas convertidas en calle".

Otra dura denuncia fue contra la división que hay en este mundo "en zonas de bienestar y en zonas de miseria", donde parece que hay dos salas: "en una se derrocha y en otra se perece; en una se muere de abundancia y en la otra se muere de indigencia; en una se tiene miedo de la obesidad y en la otra se implora la caridad". "Acumular, pues, es robar si el amontonar inútil impide a otros vivir", se señaló.

En el Vía Crucis hubo dos estaciones dedicadas particularmente a las mujeres que sufren y a su papel en la sociedad. "Tenemos necesidad de mujeres, de esposas, de madres que devuelvan a los hombres el rostro hermoso de la humanidad", se escuchó. Y recordando a la Virgen María que vio como murió su hijo en la Cruz, se quiso citar a "las madres de crucificados, madres de asesinos, madres de drogadictos, madres de terroristas, madres de violadores, madres de dementes¡... pero siempre madres!".

En la última estación se destacaron las figuras "de Saulo, la conversión de San Agustín, la pobreza feliz de Francisco de Asís, la bondad expansiva de Vicente de Paul, el heroísmo de Maximiliano Kolbe, la maravillosa caridad de la Madre Teresa de Calcuta y la valentía de Juan Pablo II".

PALABRAS DEL PAPA

Al final de los 90 minutos del Vía Crucis, el Papa se dirigió a los miles de peregrinos y turistas que portaron velas durante la procesión. Benedicto XVI comparó a Cristo sufriendo en su crucifixión con "toda la historia humana, una historia donde el bien es humillado, el dócil agredido, el honesto aplastado y el puro de corazón burlado".

Vestido con una esclavina y capa roja, el Papa indicó a los fieles que "el Vía Crucis abarca el mundo... cruza los continentes y el tiempo".

"En el espejo de la cruz hemos visto todo el sufrimiento de la humanidad de hoy. Hemos visto el sufrimiento de los bebés abandonados... las amenazas contra las familias, la división del mundo, del orgullo, de la riqueza, desde la miseria de aquellos que sufren hambre y sed", afirmó, instando a los presentes a que luchen por "imponer límites a la maldad del mundo".