MANILA, 20 Nov. (Reuters/EP) -
El presidente de China, Xi Jinping, ha llegado este martes a Filipinas para una visita de estado con el objetivo de mejorar los avances estratégicos logrados entre ambos países.
La visita de Xi se produce dos años después de que su homólogo filipino, Rodrigo Duterte, declarara que estaba reorientando su política exterior lejos de Estados Unidos y hacia China, a pesar de décadas de desconfianza y amargas disputas marítimas con Pekín.
El diario 'Philippine Star' elogió este lunes a Duterte y describió las relaciones como "un arco iris después de la lluvia".
Sin embargo, la gestión de Duterte ha frustrado a los nacionalistas, que aseguran que ha sido sumiso al negarse a criticar el crecimiento militar de China.
La opinión pública apoya en gran medida la Presidencia de Duterte. Una encuesta publicada este lunes por la noche muestra que el 84 por ciento de los filipinos consideran incorrecto no oponerse a la militarización de China de sus islas artificiales, y el 86 por ciento cree que es correcto fortalecer al Ejército filipino, especialmente la Marina.
La encuesta realizada a 1.200 personas realizada a finales de septiembre también mostró que la confianza en Estados Unidos sigue siendo "muy buena", pero China fue considerada "pobre".
Al ser consultado este martes sobre la encuesta, el portavoz de la Presidencia, Salvador Panelo, ha afirmado que la estrategia de Duterte era evitar un posible "infierno" de conflicto.
"No son conscientes de la geopolítica real en la región. El presidente es un diplomático muy cauteloso", ha indicado Panelo a la cadena ANC. "En lugar de provocar, preferiría hablar con ellos y obtener algunas relaciones comerciales que benefician a este país", ha añadido.
Duterte ha elogiado a Xi por su apoyo a su programa de infraestructura, aunque solo tres de las docenas de proyectos planeados han comenzado.
Algunos analistas afirman que Duterte corre el riesgo de aparecer como si hubiera sido engañado para hacer concesiones. Otros expertos filipinos manifiestan que los retrasos en la obtención del crédito chino podrían ser una bendición dada la carga potencial de la deuda, haciéndose eco de una advertencia emitida por el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence.
