LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 26 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un grupo integrado por 28 alumnos del colegio privado Alma`s participó el pasado martes en una campaña destinada a mejorar el estado de las Dunas de Maspalomas mediante pequeñas tareas centradas en desmantelar los mensajes que los turistas dejan en las colinas de arena a base de juntar piedras.
En total se eliminaron una veintena de graffitis que fueron trazados en los alrededores del mirador de este espacio protegido, la mayoría de ellos compuestos por corazones y nombres extranjeros que los escolares limpiaron con las manos y la ayuda de varios barreños.
Luego colocaron los callaos en las zonas originales en las que fueron arrojados por el mar, ya que estas antiguas barras creadas de manera natural tienen su función dentro del ecosistema desértico. De hecho, la finalidad de la actividad desarrollada era eliminar las barreras que impiden la circulación de la arena y evitar la alteración del hábitat de la familia de las tijeretas, unos insectos que viven debajo de estas piedras.
Por ello se ha querido implicar a la comunidad educativa del colegio en la conservación directa de la reserva natural, gracias a una iniciativa promovida por el propio centro escolar que también persigue reestablecer la belleza y potenciar el atractivo turístico de las Dunas, aunque el objetivo primordial es que lo alumnos conozcan los mecanismos que siguen la flora y la fauna para adaptarse al ecosistema.
Uno de los artífices de esta combinación de conocimiento y diversión es José López, profesor de Biología que ayer participó junto a los estudiantes en esta acción medioambiental, que contó con el apoyo del Cabildo como institución que gestiona la reserva, además de la colaboración de los responsables que están al frente del Centro de Interpretación de las Dunas, José Luis Navarro e Ignacio Trojaola.
Los escolares pertenecen a cuarto de la ESO y es la primera vez que se comprometen a una tarea de esta importancia, ya que las ocho visitas que la escuela organizó con anterioridad no tuvieron este componente práctico y se limitaron al conocimiento biológico del paraje. Y es que, después del duro trabajo que supone trasladar piedras sobre una superficie de arena, más de uno rodó colina abajo e incluso al final se encontraron con la recompensa del chapuzón. "La experiencia ha sido muy divertida y positiva", resumía ayer el maestro de los alumnos.