MADRID 11 Mar. (EUROPA PRESS TELEVISIÓN) -
Ya han pasado dos años, pero los vecinos y comerciantes de la madrileña calle Téllez, al igual que la mayoría de los españoles, no olvidan ni olvidarán nunca el 11 de marzo de 2004. Hoy más que nunca, el barrio más cercano a la estación de Atocha, aunque intenta volver a la normalidad, revive la angustia, el dolor y el miedo que invadieron este tranquilo barrio de la capital.
A pesar de haber transcurrido dos años y de que nada ha cambiado en su negocio, Fernando Fernández, propietario de un pequeño comercio situado en la calle paralela a Téllez, recuerda que el día de las explosiones se encontraba ya en el interior de su local, donde atendió a dos de los primeros heridos que pudieron salir por su propio pie del lugar del accidente, puesto que sólo tenían heridas leves.
"Les dije que entrasen y que pasasen al baño para lavarse, porque estaban llenos de sangre, pero ellos sólo pensaban en poder ponerse en contacto con sus familias a través del móvil para decirles que estaban bien", relata a Europa Press Televisión. Unos meses después, uno de ellos acudió al comercio para darle las gracias por todo aquello.
Muy cerca de la tienda de Fernando está la floristería Asuka, cuyos dueños todavía rememoran con horror lo complicado que fue para ellos llegar ese 11 de marzo hasta su tienda. A Montse Usano, la dependienta, la imagen que se le ha quedado más grabada que aquel día es la del tren reventado al final de la calle. "Todavía ahora cuando llego por las mañanas y miró hacia allí, sigo viéndolo", dijo.
Por su parte, Dionibel Marín, vecina de la calle Téllez, aseguró que estos atentados "le han cambiado la vida". "Han pasado dos años y no tengo la alegría que tenía antes de ese 11 de marzo, aunque tuve la fortuna de no perder a nadie", indicó. Asimismo, consideró que hay muchas circunstancias que "no han sido aclaradas", por lo que exigió explicaciones sobre todo para las familias afectadas.
AMBIENTE "MUY TRISTE"
Emocionada al recordar el día de la tragedia, Elena Rodríguez, otra de las vecinas de Téllez, confesó que ella podría haber sido una de las víctimas ya que junto a su hijo acostumbra coger uno de los trenes que explotaron. "Somos muchos los vecinos que diariamente cogemos esos trenes y tanto yo como mi hijo deberíamos haberlo cogido. Hemos tenido mucha suerte", expresó.
En este sentido, recordó que en toda la comunidad de vecinos se vivió en días posteriores a los atentandos "un ambiente muy triste" porque eran muchos los edificios que tenían en sus ventanas crespones negros y carteles de desaparecidos. "Durante mucho tiempo hubo una zona llena de velas y testimonios de familiares y luego, con el tiempo, todo se ha ido pasando", apuntó.
Justo hoy hace dos años que Cristina Castaño dormía hasta tarde, como de costumbre, pero su tranquilidad se quebrantó cuando recibió una llamada de teléfono. "Mi móvil no paraba de sonar, mis amigos y mi familia no dejaban de llamarme para ver si estaba bien y yo no sabía nada todavía", recordó. Cuando se enteró de lo que había ocurrido, ya su barrio era todo un caos. "Todo estaba revolucionado, el polideportivo más cercano se convirtió en un sanatorio donde llevaron a los enfermos y la gente se volcó en ayudar", destacó.
Aunque los días posteriores a la tragedia fueron muy tristes en el barrio, lo cierto es que hoy en día, pasados ya dos años, Cristina cree que la zona "está totalmente recuperada". "Todo ha vuelto la normalidad", destacó. Sin embargo, aquel día nos marcó mucho a todos (...) porque estábamos aquí al lado y podría habernos pasado a cualquiera", agregó.