MADRID 1 Jun. (EUROPA PRESS) -
La Consejería de Sanidad y Consumo tiene previsto hacer un estudio sobre la utilidad y composición de los alimentos 'funcionales', es decir, a aquellos que, aparte de su valor nutricional básico, son beneficiosos para el organismo, pudiendo mejorar el estado de salud o reducir el riesgo de ciertas enfermedades.
Tal es el caso del aceite de oliva, las frutas y las verduras, alimentos sin sal o de bajo contenido en azúcar, y otros a los que se ha añadido un componente, como los yogures prebióticos y probióticos, que mejoran el funcionamiento intestinal; las margarinas con componentes vegetales, que reducen los niveles del colesterol LDL (el malo), y las leches enriquecidas con omega 3, ácido graso presente en el pescado que disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El objetivo de esta investigación es que el consumidor final adquiera estos productos con conocimiento de su composición, el efecto que ejercen sobre la salud y las cantidades, en todo caso, que son recomendables en función de que tenga por destino toda la población o grupos específicos. Para ello, se someterán a análisis distintos productos 'funcionales' con el apoyo de todas las sociedades científicas del sector.
Así lo anunció hoy la viceconsejera de Calidad Asistencial, Salud Pública y Consumo, Belén Prado, en la inauguración del II Symposium Internacional de Alimentos Funcionales, organizado por la Comunidad de Madrid y donde más de 300 expertos abordan la situación actual de estos productos 'saludables', su etiquetado y representación en la publicidad.
De esta forma se pretenden despejar muchas dudas sobre nuevos productos alimenticios que la industria alimentaria ha introducido en el mercado en respuesta al interés creciente del consumidor por su salud y para los que se emplea una terminología muchas veces desconocida.
A LA ESPERA DE NORMATIVA REGULADORA
A este respecto, Prado consideró que el consumo de productos con un posible efecto beneficioso para la salud constituye una preocupación para la Salud Pública, al poder ser considerados, en algunas ocasiones, como sustitutivos de una dieta sana, y de una alimentación variada, que es siempre lo aconsejable.
Advirtió, sin embargo, que los alimentos 'funcionales' bien utilizados constituyen una ventaja para las personas que lleven hábitos alimentarios incorrectos o bien sean alérgicas a algunos de ellos, ya que gracias a estos productos ingieren todos los nutrientes que necesitan.
Los alimentos 'funcionales' no disponen de una normativa específica que regule sus características, por lo que de momento les son de aplicación la normativa general comunitaria sobre alimentos y etiquetado. Precisamente, se está a la espera de que la Unión Europea apruebe reglamentos que regulen las declaraciones de las cualidades saludables en el etiquetado y publicidad y la adición de vitaminas u otras sustancias en los alimentos.
"Debemos disponer de un marco regulador en el que se establezcan las condiciones sobre las atribuciones saludables de los productos que se pongan en el mercado, sobre las investigaciones científicas necesarias para determinar la veracidad o no de las propiedades publicitadas y de un marco legal exigente en cuanto a etiquetado que no induzca a error", declaró la viceconsejera madrileña.
Los alimentos 'funcionales' surgieron en Japón en los años 80 cuando las autoridades sanitarias se dieron cuenta de que para controlar los gastos sanitarios, generados por la mayor esperanza de vida de la población anciana, había que garantizar también una mejor calidad de vida. Así, se introdujo un nuevo concepto de alimentos específicamente desarrollados para mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer enfermedades.