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MADRID 8 Mar. (EUROPA PRESS) -
El sindicato de Policía Nacional Jupol sostiene que los tres agentes de la Policía Nacional acusados de la muerte de un joven que recibió en noviembre de 2021 seis impactos de bala "defendieron su propia vida" con el uso del arma reglamentaria después de que el chico les amenazara con un cuchillo de forma "reiterada".
La Sala seleccionará ese viernes a los miembros del jurado popular que enjuiciará los hechos objeto del procedimiento. El portavoz de Jupol, Ibón Domínguez, ha recordado a las puertas de esta sede judicial que en un primer momento los agentes accedieron a esa vivienda "con un escudo protegiéndose y haciendo uso de las defensas".
"Cuando había un compañero desvalido, porque esa persona había roto el escudo debido a las diferentes acometidas con ese cuchillo, no pudieron hacer otra cosa que emplear una herramienta de trabajo como es el arma de fuego para defender su propia vida", ha recalcado.
El representante del Ministerio Público les imputa un delito de homicidio con la eximente incompleta de la responsabilidad criminal de legítima defensa, por lo que solicita dos años y medio de cárcel para uno de los acusados.
La defensa de los policías defiende que el uso del arma reglamentaria para repeler el ataque que sufrieron a manos del chico se ciñó a "las normas y reglas establecidas".
El escrito de acusación sostiene que sobre las 21:00 horas del 6 de noviembre de 2021 los tres agentes se presentaron en un domicilio de Madrid a requerimiento de dos personas que resultaron ser la madre y el hermano de un joven que, según ellos, estaba "muy nervioso" y les había tratado de agredir con un cuchillo.
Una vez allí los acusados accedieron al inmueble con las llaves que les habían facilitado previamente los familiares, momento en que el K. P. A. "sin mediar palabra", se abalanzó sobre ellos portando un cuchillo en la mano.
Según la Fiscalía, el joven acometió de forma reiterada contra los policías, "dirigiendo el cuchillo a zonas vitales de los acusados, especialmente a cabeza de los actuantes que no se hallaba protegida por el escudo, viéndose éstos obligados a retroceder como consecuencia de las embestidas que ponían en peligro sus vidas, llegando a perder el escudo y a caer al suelo".
Ya en el rellano de la vivienda los acusados mantuvieron un forcejeo con K.P. A., "quién no cesaba en la intención de agredir a los mismos con el cuchillo".
La actitud del joven supuso un riesgo "evidente" para la vida de los policías quienes "en aras a salvaguardar su integridad", procedieron a usar sus armas de fuego reglamentarias. Primero lo hizo un agente, y sus disparos no determinaron ni el cese o la aminoración de la violencia ejercida por el joven, y a continuación lo hicieron los otros dos agentes.
Tras los disparos, y pese a los impactos recibidos, K. P. A. continuaba portando el cuchillo en sus manos. En ese momento llegó al lugar de los otro agente, "quién viendo a sus compañeros con las armas desenfundadas y apuntando al Sr, K. P. A.", se abalanzó sobre el mismo golpeándole con su defensa en varias ocasiones en el brazo derecho con el fin de conseguir desarmarle.
El joven murió el mismo día de los hechos a consecuencia de un shock hipovolémico causado por hemorragia intensa en la cavidad abdominal a causa de los 6 impactos de bala procedentes de las 3 armas de fuego reglamentadas de los acusados, "dirigidos en su totalidad al tronco del fallecido".
K. P. A. había consumido el día de los hechos MDMA, cuyo consumo pudo suponer en el momento de los hechos un incremento de la agresividad que se sumaría a los efectos psicóticos que habitualmente incluyen alucinaciones.