MADRID, 30 May. (EUROPA PRESS) -
Déborah Catalán, la mujer que falleció en enero de 2002 en la clínica Icema, regentada por el doctor Gerardo Raúl Senderowicz, tras someterse a una liposucción, estaba "clínicamente muerta" cuando los efectivos médicos del 061 llegaron al lugar de los hechos.
Así lo puso de manifiesto el sanitario del citado servicio de emergencias Mohamed A.M. en la segunda sesión del juicio que se sigue en el Juzgado de Lo Penal 21 de Madrid contra Senderowicz y su ayudante María Victoria Bonne.
Los acusados se enfrentan a una petición de cuatro años de prisión y seis años de inhabilitación como presuntos autores de un delito de homicidio por imprudencia profesional en la muerte de Déborah Catalán.
Tanto el fiscal como las acusaciones particular y popular, ésta última ejercida por la Asociación del Defensor del Paciente (ADEPA), consideran acreditado que los imputados aplicaron a la paciente una dosis tóxica de anestésico mientras era sometida a una liposucción.
CLÍNICAMENTE MUERTA
La sesión de hoy estuvo centrada principalmente en el testimonio del facultativo del 061 Mohamed A.M., quien especificó ante la juez que al llegar al lugar de los hechos encontraron a Déborah semisentada en una camilla y a una mujer (María Victoria Bonne) que la ventilaba con un ambú que no estaba conectado a ninguna fuente de oxígeno.
"Déborah estaba pálida, tenía livideces por debajo del ombligo y en los muslos, estaba totalmente inconsciente, no había respiración ni pulso central. Con estos síntomas consideré que la paciente estaba clínicamente muerta", aseguró el testigo, quien apuntó que antes de llegar a la clínica no sabía que la vida de la mujer "corría peligro".
El facultativo, a pesar de haber observado signos de fallecimiento en el cuerpo de Déborah Catalán, se propuso reanimarla. Para ello la monitorizó, le limpió las vías aéreas, que estaban obstruidas por coágulos de sangre, y comenzó a ventilarla, actuación que no dio resultado ya que la fallecida seguía en parada cardiorrespiratoria.
El testigo también indicó que a lo largo de toda de la intervención el electrocardiograma de Déborah mostraba movimiento, pero matizó que eso era debido al masaje cardíaco que en ese momento se le estaba practicando. "Mi actuación el día de los hechos fue totalmente correcta. El estado de la mujer era irreversible", apostilló.
UNA ACTITUD INADECUADA
Al ser preguntado por el letrado de la acusación popular sobre el comportamiento del acusado a lo largo del proceso de reanimación de la víctima, el sanitario no tuvo inconveniente en denunciar la actitud inadecuada del procesado incluso después de pedirle que se matuviera "al margen" de la situación.
"Senderowicz pinchó a un enfermero, tropezó con los equipos y provocó la pérdida de la vía que habíamos encontrado en el cuerpo de Déborah para inyectarle la medicación, hechos que nos quitaron toda posibilidad de reanimar a la paciente", puntualizó Mohamed A.M., al tiempo que subrayó que ninguno de los encausados le comentó a su llegada que la intervenida se encontraba "viva y estable".
En la jornada de hoy también testificó una auxiliar de enfermería, Gema I.F., que el día de autos preparó, bajo la supervisión del doctor Senderowicz y con la ayuda de Bonne, varias bolsas de sueros anestésicos siendo, según detalló, "la primera vez" que lo hacía.
Tras escuchar la comparecencia de esta testigo, la letrada de la acusación particular, María Jesús González, solicitó a la jueza que se le dedujera testimonio ya que, a su entender, lo declarado en la sala de vistas no coincide con lo afirmado en el período de Instrucción.
La Sala también pudo escuchar hoy el testimonio de uno de los médicos que trataron a Déborah a lo largo de su vida, facultativo que señaló que la víctima no era "alérgica a nada", ni siquiera a los anestésicos.
El juicio al médico Gerardo Raúl Senderowicz y a su ayudante María Victoria Bonne continuará mañana a las 10.00 horas en el Juzgado de lo Penal número 21 de Madrid con la declaración de más testigos.