El Supremo revisa hoy la condena a 17 años de cárcel del abogado que secuestró a un empresario en La Moraleja

Fachada del Tribunal Supremo
EUROPA PRESS
Actualizado: jueves, 22 noviembre 2012 7:10

MADRID, 22 Nov. (EUROPA PRESS) -

El Tribunal Supremo revisará este jueves la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid por la que se condenaba a 17 años de cárcel al abogado acusado de liderar la banda que secuestró al empresario Pedro Aguirre Ormaechea y a uno de sus empleados en la urbanización de La Moraleja, en Alcobendas, en marzo de 2008.

La Sala de lo Penal del alto tribunal celebrará una vista pública para estudiar la resolución condenatoria y dictará una sentencia de la que será ponente el magistrado Andrés Martínez Arrieta, según han informado fuentes jurídicas.

La Audiencia Provincial condenó a José Carlos S. a 17 años de prisión y nueve meses por los delitos de secuestro, detención ilegal, contra la integridad moral y de lesiones, mientras que absolvió a su sobrino como cómplice de los hechos.

A José Carlos S., abogado de profesión, se le conoce por lograr escapar de la cárcel mediante órdenes de libertad falsas remitidas supuestamente por fax desde la Audiencia Provincial de Madrid.

La Audiencia de Madrid también condenó a otros dos de los acusados, José Paulo M. y Luis Manuel C.G, a 16 años de prisión, mientras que la pena se rebaja a 12 años para dos mujeres portuguesas. Al único español, Agapito M., se le condenó a cuatro años de cárcel por detención ilegal. La Fiscalía de Madrid solicitaba penas de entre 22 y cinco años de prisión para los siete acusados.

LIBERADO EN PORTUGAL

El entonces vicepresidente de Decoexsa, Pedro Aguirre Ormaechea, y su director general, José María Navajas Gómez, fueron citados el 6 de marzo de 2008 por unos empresarios argentinos en La Moraleja.

Allí les amordazaron y les introdujeron en un vehículo, donde les trasladaron a Vigo. Los captores reclamaron por ellos once millones de euros. Liberaron al director general a los días, mientras que Aguirre estuvo retenido hasta 15 días después, siendo liberado en Portugal.

Según la sentencia, José Carlos S.S. urdió un plan para el que se concertó con el resto de los procesados a raíz de ciertas disputas comerciales que tenía con el hermano del empresario. Convocó a las víctimas a mantener supuestamente una reunión de negocios.

En la cita, condujeron con engaños hasta un bungalow a Pedro Aguirre y José María Navajas. Allí, les encañonaron con una pistola, les esposaron con cinta adhesiva, les vendaron los ojos, les taparon la boca y condujeron a cada uno a habitaciones distintas.

Ya entrada la noche, los procesados introdujeron en un vehículo a los empresarios, que creían que habían sido secuestrados por la banda terrorista ETA. En un momento dado, aprovechando que cruzaban un peaje, Pedro Aguirre intentó salir del coche, pero fue reducido a golpes.

La caravana estaba integrada por tres vehículos. El primero de ellos actuaba a modo de 'lanzadera' para avisar de posibles controles policiales, después iba el automóvil propiedad de las víctimas, en el que iban conducidas, y por último el coche de Elsa María y María Manuela.

Con carácter previo, José Carlos S.S. había conseguido que le dejaran una casa de campo en la localidad coruñesa de Esteiro Barrio Portiño, y allí llegó la caravana de tres vehículos sobre las nueve de la mañana del 7 de marzo.

El 11 de marzo los acusados pusieron en libertad a José María Navajas tras hacerse con los nombres y teléfonos de sus familiares, y bajo la condición de que convenciera a su mujer para que retirara la denuncia presentada por su desaparición.

La noche del 13 de marzo los acusados deciden cambiar de escondite y se encaminaron hasta la urbanización Aldeia Mourisca, en Manta Rota, Portugal, donde permanecieron hasta el 18 de marzo.

Aguirre siguió atado de pies y manos, ingirió tranquilizantes, sufrió un trato vejatorio y degradante, y golpes que, en al menos una ocasión, le produjeron un desmayo. Una semana después, fue trasladado a unos apartamentos de la localidad de Montegordo, donde permaneció hasta que el 20 de marzo fue liberado por la Policía portuguesa, que actuaba en colaboración con el Grupo de Secuestros y Extorsiones de la Policía Nacional española.

Cuando las fuerzas del orden irrumpieron en la vivienda encontraron al secuestrado encadenado por el tobillo con una cadena de candado y con los ojos vendados. Todavía estaba afectado por un golpe en la nuca.