BARCELONA, 19 Dic. (EUROPA PRESS) -
La Audiencia de Barcelona ha absuelto a un guardia urbano de la capital catalana que puso dos multas falsas a una conductora que había chocado con el ciclomotor de la hija del agente, porque después se arrepintió, trató de anular las denuncias y, al no poder hacerlo, las pagó él.
El 12 de junio de 2007 el agente J.J.L.L., con 23 años de experiencia en el cuerpo y sin ninguna sanción interna, se discutió con la conductora de un turismo que había tenido un accidente con la hija del agente, que iba en ciclomotor.
Durante el juicio, celebrado en la Sección Vigésimoprimera, el agente explicó que la mujer no había presentado el parte de accidente y destacó su actitud "desagradable", pues supuestamente hizo "comentarios despectivos" hacia su hija. Eso, unido a problemas personales y familiares del policía, le puso "muy nervioso".
Para "desahogarse", le puso dos multas falsas de tráfico de 300 euros por circular hablando por el móvil, y de 150 euros por no llevar puesto el cinturón. Además, cada una de las sanciones conllevaba la pérdida de tres puntos del permiso de conducir.
Al arrepentirse, intentó retirarlas, pero al no conocer perfectamente el sistema informático de las PDA para poner multas, no las pudo quitar. Por ello, al mes siguiente pagó las sanciones y se presentó ante la Unidad de Régimen Interior de la Guardia Urbana para paralizar el expediente administrativo contra la conductora y la retirada de seis puntos del carné. Finalmente, la sanción no llegó a la mujer.
La Fiscalía le imputaba un delito de falsedad en documento oficial, por lo que solicitaba una pena de diez meses de cárcel, nueve meses de inhabilitación para cargo o empleo público y una sanción de 360 euros. Sin embargo, el tribunal entiende que el delito no se consumó porque el agente se arrepintió e evitó que las sanciones llegaran a la mujer.
