Ampliación.- El acusado por el asesinato de Sara Alonso se niega a declarar porque no reconoce a su abogado defensor

Actualizado: lunes, 8 mayo 2006 19:27

Las declaraciones del imputado desde 2004 incurren en diversas contradicciones pero mantiene que no mató a la joven

VIGO, 8 May. (EUROPA PRESS) -

El acusado como presunto autor de la violación y asesinato de la joven Sara Alonso, Marcos Antonio da Silva Santos, se negó a declarar ante el Tribunal en el juicio por estos hechos, que comenzó hoy en la Sección quinta de la Audiencia Provincial en Vigo, alegando que su abogado defensor era otro y no el letrado que estaba en la sala, al que dijo no reconocer y con el que aseguró haber hablado sólo durante dos horas.

El abogado defensor fue designado para sustituir al del acusado, ya que éste se encontraba en la cárcel por su relación con una red de blanqueo de dinero, y a pesar de los intentos de Marcos da Silva de suspender la vista por considerar que el letrado sustituto no estaba preparado para ejercer su defensa, el Tribunal desestimó esta petición y recordó que el acusado ya sabía quién era su abogado hace meses.

Así, la vista debía iniciarse con la declaración del acusado pero éste se negó a declarar y renunció a su abogado, al tiempo que aseguró que había contratado a otro de Madrid, aunque dijo no recordar su nombre.

A falta de la declaración del único acusado se procedió a la lectura de las declaraciones que Marcos da Silva realizó en los meses previos a la desaparición de Sara Alonso, con el fin de, según explicó el abogado de la acusación, demostrar las "continuas contradicciones" en las versiones de los hechos realizadas facilitadas por el acusado.

La Fiscalía solicita para el acusado una pena de 30 años de prisión por un delito de violación y otro de asesinato, mientras que la acusación particular eleva la petición a 46 años, y añade el delito de detención ilegal. La defensa solicita la libre absolución, así como el sobreseimiento de la causa por considerar que Da Silva no participó en un ningún hecho constitutivo de delito.

DIFERENTES VERSIONES

El secretario de la sala leyó hasta siete declaraciones que Marcos da Silva realizó ante el Juzgado de Instrucción número 7 de Vigo, y la Policía Nacional (éstas últimas no fueron reconocidas por el acusado), desde el primer interrogatorio el 23 de septiembre de 2004, cinco después de la desaparición de Sara Alonso, hasta la última, en mayo de 2005.

A pesar de que en un primer momento el joven brasileño aseguró que la noche de la desaparición de Sara estuvo con ella en un pub y luego la acompañó hasta un cruce próximo, yéndose cada uno en una dirección camino de casa, en una declaración posterior admitió haber mentido "por miedo" a que nadie le creyese.

En la última versión, el imputado explicó que había estado en un pub de la calle Churruca de Vigo en la madrugada del 18 de septiembre de 2004, y que sobre las 4.00 horas salió en dirección a su casa para cambiarse los zapatos. Según su declaración, a las puertas del local se encontró con Sara, que sangraba por la nariz y decía que había sido golpeada por su jefe.

Según la declaración de Marcos Antonio da Silva, habría acompañado a la joven hasta su domicilio, ofreciéndole que subiera al piso para limpiarse la sangre, a lo que ella accedió. Después de estar ambos en la vivienda, él aseguró haber vuelto al pub y, de regreso a su casa, haberse encontrado el cadáver de Sara en el suelo, maniatado.

El acusado reconoció haber envuelto el cuerpo en una colcha, escondiéndolo bajo una cama en su casa, y haberlo trasladado al día siguiente en un coche prestado hasta la finca de Canido donde lo abandonó, pero negó cualquier contacto o agresión sexual, así como haberla golpeado. Además, justificó los restos de su semen en la ropa interior de la chica, asegurando que ésta había intentado un acercamiento sexual en el baño del pub donde estuvieron esa noche.

CONFIADA Y RESPONSABLE

En la sesión de hoy prestó declaración, a través de videoconferencia, Concepción Alonso González, madre de la joven asesinada, quien la definió como una chica "con carácter fuerte pero confiada", y aseguró que su hija nunca le había contado que tuviese problemas con su jefe o con algún chico que la estuviese acosando.

Por su parte, el dueño del restaurante donde trabajó Sara Alonso, Jesús Suárez, negó haber tenido ningún enfrentamiento con la joven, o haberla agredido. Además, declaró que ésta le había dicho en alguna ocasión que el acusado "no le caía bien".

Suárez fue quien puso la denuncia de la desaparición de Sara, al constatar, el domingo 19 de septiembre, que la chica no se presentaba a trabajar, algo que le extrañó, ya que era "muy responsable". De hecho, según su jefe, "no estaba más de 24 horas sin dar señales de vida", por lo que, al pasar el tiempo y no contestar a las llamadas de teléfono, intuyó que "algo había pasado".

MÁS TESTIGOS

Por otra parte, el ex-novio de la joven, Enrique Malga, quien estuvo imputado al principio del proceso, por encontrarse restos de su semen en la ropa interior de Sara Alonso, también declaró hoy ante el Tribunal, al igual que Pablo Alonso, amigo del acusado, que acompañó a éste y a Sara al pub donde estuvieron con otros amigos antes de que ella desapareciera.

Pablo Alonso incurrió en algunas contradicciones en su declaración, sobre todo en referencia al hecho de que el acusado hubiera o no regresado al pub después de haber salido con Sara del mismo. Además, tampoco dio una explicación clara de por qué llamó hasta en cuatro ocasiones a Marcos Antonio da Silva la madrugada en la que éste supuestamente estaba trasladando el cuerpo de Sara desde su casa a Canido.

La vista continuará mañana con la declaración de nuevos testigos, entre ellos, algunos amigos de la camarera asesinada, que estuvieron con ella la noche en que desapareció. A lo largo de esta semana testificarán nuevos testigos, peritos, Policía Científica o forenses.

Además, los amigos de Sara y los miembros de la Asociación de Víctimas de Delitos Violentos volverán a estar presentes, al igual que lo hicieron hoy, a la llegada del acusado, al que recibieron con pancartas en las que pedían el cumplimiento íntegro de las penas y con gritos e insultos.