BARCELONA 9 Oct. (EUROPA PRESS) -
La Audiencia de Barcelona ha condenado a 17 años y medio de cárcel a Enrique R.S., el hombre que en 2002 mató a cuchilladas a su madre en el piso que compartían en Esplugues de Llobregat y convivió 14 meses con el cadáver --que semienterró en cal viva para que se conservase--, hasta que confesó ante la Policía.
A mediados de septiembre, un jurado declaró al procesado culpable de asesinato con las agravantes de alevosía y parentesco y las atenuantes de confesión y obcecación, al entender que actuó "cegado por las circunstancias", ya que su madre --una acaudalada 'madame' de 68 años con mucho carácter-- ejercía un fuerte dominio sobre él.
La Audiencia de Barcelona destaca en la sentencia que hay "un plus de perversión en el comportamiento del asesino de un familiar íntimo" y que este tipo de crímenes denotan "un especial rencor y una especial maldad". Además de la pena de prisión, el procesado deberá indemnizar con 10.000 euros a su tía por los daños morales que le haya podido causar la muerte de su hermana.
Los hechos ocurrieron en diciembre de 2002, cuando Enrique R.S., por aquel entonces un taxista de 46 años, decidió matar a su madre "ofuscado por las circunstancias vividas". El acusado, según la sentencia, se acercó a ella por detrás y, "por sorpresa y tapándole la boca con una toalla", le dio una certera puñalada en la nuca.
La mujer murió desangrada en el piso que ambos compartían en la carretera de Cornellà, en el barrio Centre de Esplugues. En un primer momento, el matricida envolvió el cadáver con plásticos para evitar el olor y llenó la estancia de ambientadores, aunque finalmente optó por semienterrar el cuerpo en cal viva.
El jurado declaró probado que Enrique R.S. tenía una "baja autoestima" por las humillaciones --incluso sexuales-- a las que le sometió su madre y sufría una "falta de socialización", ya que sólo se le veía acompañado de la víctima. Según declaró él mismo durante el juicio, la 'madame' le obligó a participar en intercambios de pareja con matrimonios "que querían un chico joven" e intentó mantener relaciones con él en una ocasión.
"Ahí ya fue cuando exploté", afirmó Enrique R.S., quien había pedido a su madre que no llevase parejas a casa cuando él no trabajase. Sin embargo, el día del crimen, la víctima llevó a un cliente "importante" a casa y obligó a su hijo a quedarse en su habitación. "Cuando se fue la pareja quise terminar con la vida de mi madre, y así lo hice", explicó el procesado.
GASTÓ 84.000 EUROS EN 15 MESES.
Tras superar el "shock" inicial, el acusado dejó de trabajar como taxista y se dedicó a gastar "disfrutando" el dinero que su madre había ahorrado. De hecho, en los 15 meses siguientes, mientras convivía con el cadáver, se gastó unos 84.000 euros "en comida y en bebida", aunque también se compró ropa, ya que la víctima sólo le traía prendas "de mercadillo".
"Quería gastarlo todo y después entregarme", explicó. Los vecinos, sin embargo, no tardaron en percatarse de la ausencia de Carmen R.S., aunque Enrique les explicó que estaba en casa de su hermana, en Reus (Tarragona). Con el paso del tiempo y ante las insistentes preguntas, sin embargo, empezó a decir que la había ingresado en una residencia geriátrica porque estaba enferma de Alzheimer.
La buena salud de la que siempre había gozado la víctima y el comportamiento de Enrique levantaron sospechas, y el 21 de agosto de 2003, un primo del acusado denunció la desaparición de la mujer ante la Policía. La madrugada del 4 de febrero de 2004, los agentes localizaron al matricida en un bar de Esplugues y éste accedió a acompañarles a comisaría.
Una vez allí, comprobaron que Carmen R.S. no estaba en ningún geriátrico y, acorralado ante la amenaza de un registro en su domicilio, Enrique acabó confesando el crimen. Fue así como la Policía encontró el cadáver casi momificado de la 'madame', 14 meses después de su muerte.