CORDOBA 13 Ene. (EUROPA PRESS) -
El delegado sindical de CSI-CSIF en el centro penitenciario de Córdoba, Fernando Rebollo, negó hoy que Angel Figueroa --un preso de ETA que denunció a un funcionario de la prisión por maltrato psíquico alegando que no le había dado en mano un paquete que le habían mandado-- sufriera tales condiciones y añadió que "la mayoría de los internos en régimen especial piensan que los funcionarios son sus criados".
En declaraciones a Europa Press, Rebollo explicó que el etarra, que actualmente ya no se encuentra en la prisión cordobesa, "es muy reivindicativo y por cualquier motivo nos estaba denunciando, pero eso nosotros ya lo tenemos asumido y en realidad no ha habido ningún tipo de tortura, por lo que él no va a poder demostrar nada".
Según informa 'El Día de Córdoba' en su edición de hoy, los hechos denunciados, que están pendientes de sentencia en el Juzgado de Instrucción número tres, se produjeron en julio del año pasado cuando los funcionarios procedían al reparto de la correspondencia entre los internos y, según este preso, el trabajador se negó a darle el paquete en la mano y en su lugar lo depositó en el suelo del pasillo.
Ante esto, Rebollo respondió que con él además "había un trato en condiciones inmejorables, ya que sufría ataques epilépticos y debido a esta enfermedad se le dedicaba una especial atención". Añadió que los internos en régimen especial dicen que los funcionarios son "sus criados", que están para servirles, mientras los empleados públicos replican que sólo tienen que "limitarse a sus funciones".
Y es que, según explicó el delegado sindical, se trata de un departamento con medidas de seguridad especiales, ya que, por ejemplo, si le dan lejía para que limpien la celda se mezcla con agua en un cubo porque se han dado casos en los que, "si no se les echaba agua, los internos iban acumulando lejía para luego arrojársela a la cara y a los ojos al funcionario".
Por otra parte, entro otros de los argumentos que aportó Angel Figueroa en su denuncia era que el funcionario no le entregó en la mano una notificación que debía firmar, que ésta no era la forma más normal y consideró que la actividad penitenciaria tendría que ser ejercida respetando la personalidad de los presos.
Tales declaraciones las justificó Rebollo teniendo en cuenta que a la hora de entregar una notificación a un interno de régimen especial si el funcionario le da un bolígrafo para que lo firme "lo normal es que se aleje porque de lo contrario se corre el riesgo de que se lo pueda clavar en cualquier parte del cuerpo".