BARCELONA 20 Ene. (EUROPA PRESS) -
Los forenses que hicieron la autopsia al cliente que murió en un bar del Port Olímpic tras ser presuntamente apaleado por dos porteros afirmaron hoy que seguramente la agresión se produjo en el suelo y mientras la víctima estaba quieta. Según los expertos, la agresión se produjo con el ánimo de dejar a la víctima "fuera de combate" y es probable que el golpe mortal que recibió en la cabeza no se debiera a una caída.
Durante la sesión del juicio celebrada hoy en la Audiencia de Barcelona, los forenses explicaron que el impacto que José María S.M. recibió en la cabeza, que le provocó la muerte debido a una hemorragia craneal, pudo ser causado por puñetazo o, incluso, por un cabezazo. No obstante, los forenses no descartaron que se golpeara al caerse en el momento de los hechos.
De hecho, el letrado del principal acusado, Onay S.P., considera que la víctima se cayó al suelo debido al alcohol y las drogas que había consumido aquella noche y que fue así como se dio el fuerte golpe en la cabeza que le causó la muerte.
Los forenses apuntaron que el hecho de que José María fuese seropositivo y se encontrara en una fase avanzada de la enfermedad, padeciendo además hepatitis y tuberculosis, pudo influir en el fatal desenlace. "Puede que su situación defensiva no fuese la más idónea", dijeron.
Según los doctores, "existía una gran desproporción de fuerzas entre el posible agresor y la víctima". "Se debe tener en cuenta que José María era una persona muy deteriorada, con varias enfermedades y en un estado muy deficitario", explicaron. A su juicio, "las lesiones se produjeron con el ánimo de dejar a la víctima fuera de combate".
En cuanto a la posibilidad de que el rechazo de una primera asistencia médica por parte de la víctima hubiese agravado su estado, los forenses explicaron que en el caso de una hemorragia craneal, la sintomatología va apareciendo poco a poco. "Creo que el resultado de la lesión hubiese sido el mismo aunque el paciente hubiese ingresado inmediatamente en neurocirugía, ya que la herida era potencialmente mortal", apuntó uno de los doctores.
"En este caso, el problema no es la lesión, sino la persona que la sufrió", dijo uno de los forenses. Según explicaron, la lesión que José María sufrió en la cabeza "no era cualitativamente diferente a las demás", pero el golpe se produjo en una zona peligrosa y por eso el resultado fue mortal.
SÓLO UNO DE LOS ACUSADOS LE GOLPEÓ.
La novia de José María, Aranzazu M.C., aseguró que el principal acusado, Onay S.P., golpeó a la víctima en la cara y que el segundo procesado, Rachid M., estuvo en el lugar de los hechos, aunque no participó en la agresión.
Según explicó la joven, la noche del 8 de agosto de 2004 discutió con una de las camareras porque le había retirado una consumición antes de tiempo. "De repente, me giré y vi cómo Onay le daba un golpe en la cara a José María, que cayó al suelo", aseguró Aranzazu. Según su versión, el acusado llevaba algo brillante en la mano y apuntó la posibilidad de que fuera un puño americano.
La novia de José María aseguró que Onay, de 31 años y nacionalidad cubana, levantó a la víctima del suelo y se lo llevó fuera del local. En aquel momento, José María rechazó la primera asistencia de una ambulancia, que acudió al lugar requerida por un joven que estaba tomando unas copas en la zona.
Este joven declaró que cuando se acercó a la víctima estaba sentada en un banco, "con la camisa desabrochada y con un fuerte golpe en un costado y otro en la cara". El chico aseguró que José María estaba "en mal estado" y que por eso pidió una segunda ambulancia, aunque ya habían pasado alrededor de tres horas desde que se marchó la primera.
Al parecer, la víctima seguía resistiéndose a recibir asistencia, aunque finalmente las personas que habían acudido al lugar para ayudar a la pareja consiguieron que subiese a la ambulancia. José María fue trasladado al Hospital del Mar de Barcelona, donde murió a las pocas horas de ingresar en el servicio de urgencias.
En cuanto al segundo acusado, Rachid M., de 26 años y nacionalidad marroquí, Aranzazu explicó que estuvo presente en el lugar de los hechos, aunque "no tocó a José María en ningún momento".
ONAY: "INTENTÉ AYUDARLE".
Durante su declaración, Onay S.P., aseguró que cuando entró en el local la víctima ya estaba en el suelo. "Nunca le puse la mano encima de manera violenta", al contrario "intenté ayudarle porque mi deber era velar por él y por todos los clientes del local", explicó.
Según su versión, él entró en el local avisado por una camarera a la que Aranzazu le estaba recriminando que le hubiese retirado una copa antes de tiempo. "Cuando me di cuenta, José María estaba tumbado en el suelo", aseguró. "No tenía ninguna herida, me pareció que tenía los síntomas de una persona que está borracha", explicó.
A continuación, Onay levantó a la víctima y le sacó del local, donde recuperó el conocimiento. Según el portero, José María estuvo allí hasta que recogieron todo y cerraron el local. "Cuando me acerqué a él para decirle que íbamos a cerrar me contestó 'mañana nos vemos' y se marchó", aseguró el portero.
Así, el procesado negó haberle dado patadas en la cabeza y múltiples puñetazos a José María, causándole contusiones y hematomas en el cráneo, el tórax, el abdomen y las extremidades, como aseguró el Ministerio Fiscal.
El otro acusado, Rachid M., aseguró también que no estuvo dentro del Tago Mago y que ni siquiera se acercó a la puerta del local. "Aquella noche no tuve conocimiento de nada, me enteré de lo ocurrido al día siguiente, a través de los medios de comunicación", explicó.
EL FISCAL PIDE 24 AÑOS DE PRISIÓN.
Un jurado popular juzga desde el lunes a Onay S.P. y a Rachid M. por un delito de homicidio. El fiscal pide 12 años de cárcel para cada uno y reclama que indemnicen conjuntamente a la familia de la víctima con 145.000 euros. La responsabilidad civil directa recae sobre la compañía de seguros de Tago Mago, Zurich España, mientras que la responsabilidad subsidiaria recae en el propio local.
La acusación particular, ejercida por la familia del fallecido, solicita diez años de prisión para cada uno de los acusados y reclama una indemnización de 110.000 euros. Los letrados encargados de la defensa, por su parte, piden la absolución de los procesados, ya que a su juicio no se produjo la agresión "salvaje, brutal y desmesurada" que mantienen el fiscal y la acusación particular. Los dos acusados están en libertad provisional, ya que han cumplido el plazo de prisión preventiva.