La mujer asesinada en Santander en mayo de 2013 tenía signos de estrangulamiento y de defensa

Declaración de policías en el juicio
EUROPA PRESS

SANTANDER, 25 Feb. (EUROPA PRESS) -

La mujer asesinada en mayo de 2013 en Santander presentaba heridas y marcas en el cuello, donde "faltaban trozos de piel", y tenía también "casi todas las uñas rotas", ya que se encontraron fragmentos junto al cuerpo y el sofá, en el salón de su casa donde fue hallada sin vida.

Así lo han manifestado este martes en el juicio diferentes policías que acudieron al lugar de los hechos, que también han coincidido en que la pareja de la víctima y acusado de su muerte, A.A.P., presentaba pequeños arañazos, "no muy marcados", en la cara y el cuello, aunque no signos o evidencias de golpes. Además, uno de ellos ha asegurado que el presunto agresor le dijo que había "agarrado por el cuello" a la mujer.

Los agentes han destacado que el hombre, de origen peruano y 37 años de edad, y para el que la Fiscalía pide doce de cárcel por un delito de homicidio, mantenía una actitud "muy rara", ya que se mostraba "muy pasivo" e "introvertido", pese a que parecía consciente de lo sucedido y de la muerte de Loida Gemima Almerco, de 29 años y primera víctima mortal por violencia de género en Cantabria desde 2007.

En la segunda sesión del juicio, que comenzó ayer y se celebrará hasta el jueves en la Audiencia Provincial, también ha comparecido un policía local conocido del acusado, al que llamó para contarle lo ocurrido aunque no acudió al lugar porque estaba fuera de servicio.

Los hechos ocurrieron en torno a las 20.30 horas del 23 de mayo de 2013 en el piso en el que la mujer --de la que A.A.P. se estaba separando-- vivía con el hijo de ambos, de cuatro años, y que estaba en la vivienda cuando ocurrió todo.

Sobre las 22.30 horas el agente que conocía al acusado recibió una llamada suya, con la que le pedía que acudiera al domicilio familiar porque había pasado "algo muy gordo". A continuación, empezó a llorar y le dijo que tras mantener una discusión y pelea con su mujer, ésta estaba "pegada", es decir, "tirada en el suelo e inmóvil".

Según concretó por teléfono el procesado al policía, Loida Gemima Almerco le había "pegado y arañado", en tanto que él no había "hecho nada". No obstante, "no sabía cómo" pero ella estaba "pegada en el suelo", según relató al efectivo, que ha precisado que el hombre empezó a hablar "normal" aunque luego se "desmoronó" y lloró.

El policía local explicó a A.A.P. que iba a avisar a compañeros suyos para que fueran al domicilio, ubicado en la calle Enrique Gran de Santander, y aunque en un primer momento el acusado le dijo que "policías no", luego accedió, al indicarle que irían acompañados de efectivos sanitarios, ya que igual su mujer solo estaba "desmayada".

ACTITUD "MUY RARA"

Los primeros policías locales que llegaron al piso, en torno a las 22.35 horas, han indicado que el acusado les estaba esperando y les permitió acceder a la vivienda. Una vez dentro, A.A.P. les contó que hacía unas dos horas había mantenido una discusión y un forcejeo con su mujer, durante el que ella se había "caído al suelo y golpeado". No obstante, a un policía --con el que habló más tiempo-- le llegó a mencionar que la había "agarrado por el cuello".

Lo que no comentó a ninguno de ellos es que la mujer le hubiera golpeado a él con una escoba --como mantuvo el acusado durante su declaración en el juicio--. Los efectivos tampoco vieron ninguna, aunque la casa estaba "revuelta" y "desordenada", con cosas y ropa tiradas por el suelo.

Aunque no se mostraba "agresivo" o "nervioso", ni presentaba signos de haber consumido drogas o alcohol, el sospechoso sí mantenía una actitud "muy rara", como "viendo pasar una película que no va con él", es decir, como si él "no hubiese participado en nada" de lo ocurrido.

"Yo creo que sí era consciente de lo que había sucedido, pero parecía que no quería ser consciente", ha señalado un agente local, mientras que otro ha recalcado que A.A.P. razonaba de manera "correcta" pero "a trozos", es decir, que contaba las cosas de forma "inconexa".

LLEVABA UNA HORA MUERTA

Mientras, la víctima estaba vestida, tumbada boca arriba en mitad del salón y con los ojos semiabiertos. Y si bien no presentaba golpes ni había sangre, sí tenía heridas y marcas en el cuello, donde "faltaban trozos de piel". Además, carecía de pulso, en el cuello y en la muñeca, y la temperatura de la mano --que estaba fría-- indicaba que la mujer no estaba "recién" fallecida.

El médico del 061 que certificó la muerte de Loida Gemima Almerco ha concretado que el cuerpo llevaba "un tiempo" sin circulación sanguínea, tiempo "suficiente" como para que se enfriara, y ha precisado que llevaría sin vida "probablemente una hora". También ha añadido que no apreció signos que indicaran que hubieran intentado reanimarla, como declaró el acusado en el juicio.

MARCAS TÍPICAS DE ESTRANGULAMIENTO Y DE DEFENSA

Por su parte, los policías nacionales, que llegaron después que los locales, han apuntado que la mujer presentaba signos de violencia, como arañazos en el cuello, que estaba "enrojecido", y donde tenía también marcas "a simple vista", "típicas de un estrangulamiento".

La víctima tenía los labios hinchados y morados, y la cara estaba igualmente amoratada, algo "típico" en casos de asfixia. Al tiempo, presentaba erosiones en la piel y pequeñas marcas en los ojos que se producen asimismo cuando deja de llegar oxígeno al cerebro. Además, las uñas de la víctima estaban rotas, "lesión típica" en una defensa.