Obispos vascos y navarro abogan por defender a las víctimas y también a los que no son "inocentes"

Apuestan por contribuir a crear las condiciones "para una paz justa y estable" y por irla "preparando laboriosamente"

Europa Press Nacional
Actualizado: miércoles, 25 febrero 2009 15:51

BILBAO, 25 Feb. (EUROPA PRESS) -

Los obispos de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez y monseñor Mario Iceta; el obispo de San Sebastián, monseñor Juan María Uriarte; el obispo de Vitoria, monseñor Miguel Asurmendi, y el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, monseñor Francisco Pérez González, abogan, en su Carta Pastoral de Cuaresma-Pascua 2009 publicada hoy, por "defender a las víctimas y los que sufren" sin limitar su mensaje "a los inocentes". Además, apuestan por contribuir a crear las condiciones "para una paz justa y estable".

En el documento conjunto, que elaboran cada dos años, titulado 'Acoger y transmitir la palabra de Dios' y comunicado hoy, Miércoles de Ceniza, para la Cuaresma, los prelados aseguran que no son "inmunes a la indiferencia, a las interpretaciones reductivas y torcidas de que es objeto" el Evangelio por parte de muchos". "A nuestras propias imprecisiones o expresiones desafortunadas", agregan.

Según manifiestan, necesitan "un plus de libertad, de coraje y de discernimiento para decir todo y sólo aquello que debemos decir en cada momento". "No podemos omitir el Evangelio de la defensa de las víctimas y de todos los que sufren injustamente. No podemos desplazar el Evangelio de la defensa de las víctimas y de todos los que sufren injustamente", afirman.

NO LIMITARLO A LOS INOCENTES

No obstante, agregan que tampoco deben "desplazar el Evangelio de la misericordia del centro de nuestro mensaje". "Traicionaríamos -advierten- uno de los núcleos centrales del anuncio y de la actividad de Jesús si lo margináramos o lo limitáramos a los inocentes".

Los cuatro obispos se muestran dispuestos a "seguir anunciando el Evangelio de la paz, irla preparando laboriosamente, contribuir a crear las condiciones para una paz justa y estable".

"Hemos --aclaran-- de anunciar el Evangelio de la Esperanza en una sociedad que tiene motivos para la decepción y en una Iglesia necesitada de un suplemento de alma. Tenemos que anunciar la inviolabilidad de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, en una sociedad insuficientemente sensible a su valor tangible".

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