MADRID 11 Feb. (EUROPA PRESS) -
Eran las 23.08 horas del sábado 12 de febrero de 2005 cuando el sistema de detección de fuego de la Torre Windsor se activó en la planta 21 del edificio. Tres minutos después un vigilante de seguridad dio el primer aviso a los servicios de emergencia desde cuatro pisos más arriba. Cuando llegaron los bomberos poco tiempo después las llamas eran imparables. Así transcurrieron las horas hasta la una de la madrugada del lunes, cuando se dio por extinguido el incendio. El rascacielos del corazón financiero de la capital era historia.
Tras el siniestro, las primeras hipótesis de novela negra sobre el origen del fuego comenzaron a pasar de boca en boca, así como la posible negligencia tanto de los vigilantes de seguridad del Windsor como de la intervención por parte de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid. A ello hay que sumar el elevado precio del seguro del edificio y los documentos almacenados en el mismo. Todo podía jugar un papel decisivo en intentar resolver el enigma.
Pero los acontecimientos dieron un vuelta de tuerca más cuando días después apareció una grabación en la que se ven varias figuras en diferentes plantas del rascacielos y la declaración de Eva, una mujer que aseguró haber estado trabajando en el despacho 2.109 de la planta 21 la tarde del sábado, hasta minutos antes de declararse el incendio, y que fumaba pero que creyó haber apagado todos los cigarrillos. Mal presagio, la solución del caso estaba un poco más cerca.
Como si se tratase de los 'Cuatro Jinetes del Apocalipsis', al más puro estilo de Hollywood, el cuarteto de bomberos que accedió por primera vez a las entrañas del Windsor para comprobar su estado caminaba decidido a compartir con todos las primeras impresiones. "Tranquilos, algunos de los augurios no van a cumplirse y parece que, a pesar del deterioro que muestra, la estructura aguantará y el rascacielos no se caerá", relataron tras su recorrido cuasiheroico.
Un mes más tarde, mediados de marzo, la incredulidad saltó a los ciudadanos cuando el informe elaborado por este servicio de emergencias sobre el vídeo fantasmagórico grabado por un aficionado aseguraba que las siluetas que se vislumbran son un reflejo óptico de un edificio cercano, lo que contradecía al estudio realizado por la policía científica, que indicaba que se trataba de personas. Nueva incertidumbre creada.
SEIS MESES DE DEMOLICIÓN
El 2 de marzo, cuatro supergrúas y pequeños robots colgados de ellas comenzaron a demoler los restos calcinados del Windsor. Poco a poco uno de los emblemáticos del 'sky line' madrileño iba desapareciendo ante la mirada de curiosos de todo el país que se congregaron para seguir las obras, hasta el punto de convertirse en una auténtica atracción turística. Fueron seis meses de trabajos que costaron 17 millones de euros, asumidos íntegramente por el Ayuntamiento a la espera de determinar la responsabilidad.
En todo suceso, como se ha puesto de moda recientemente, siempre suele haber daños colaterales. En este caso se trató de los vecinos, comerciantes y empresarios del entorno de Azca. Cuantificaron las pérdidas los dos primeros meses en un millón de euros, por lo que la respuesta de las administraciones fue fulgurante, tanto desde la Comunidad como desde el Ayuntamiento. Ayudas por aquí y subvenciones por allá. Todos bastante contentos.
El siguiente hecho destacable ocurrió el 31 de agosto. A las 11.18 horas, el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, con evidentes muestras de alegría y satisfacción, dio la orden al jefe de la Policía Municipal, José Luis Morcillo, para que procediera a abrir el tráfico de la calle de Raimundo Fernández Villaverde, y cedió los restos un poco desmejorados del inmueble a la familia Reyzábal.
CASO ARCHIVADO
A partir de entonces, cuatro meses de espera y de olvido que se vieron truncados hace 12 días cuando el titular del Juzgado de Instrucción número 28 de Madrid, Mariano Ascandoni, acordó el sobreseimiento y archivo provisional del caso al considerar que a lo largo de las actuaciones no quedó "debidamente justificada" la perpetración de infracción penal.
Mañana, domingo, todos, especialmente los madrileños, recordarán los hechos como si hubiesen sido ayer. Al pasar por la Castellana, Raimundo Fernández Villaverde, Cuatro Caminos u Orense, entre otras calles, levantaremos la cabeza, miraremos hacia Azca y diremos: Ya han pasado 365 días. ¿Te acuerdas de aquella noche?. Posteriormente volveremos a abrir el cajón de los recuerdos para meter en su interior el Windsor, por lo menos hasta el año que viene, porque para el juicio.