El arzobispo de Pamplona afirma que si se legisla con criterios "laicistas" queda "poco espacio" para la democracia

Reclama un debate "sereno" sobre el acomodo de la Iglesia y los católicos en la sociedad democrática

Europa Press Navarra
Actualizado: lunes, 4 septiembre 2006 15:01

PAMPLONA, 4 Sep. (EUROPA PRESS) -

El arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Fernando Sebastián, afirmó que "queda poco espacio para la democracia" si el Estado moderno se convierte en "educador y mentalizador de la población" y si se impone a la sociedad una "concepción laica de la vida, como si Dios no existiera" y como si no existieran ciudadanos religiosos que ven las cosas de otra manera.

Sebastián expuso en su última "Carta desde la fe" que si el Gobierno inspira su actuación en una "mentalidad laicista, desconociendo y a veces lesionando la manera de pensar y de vivir de una parte importante de sus ciudadanos" no cumple la máxima de que las leyes y actuaciones de una sociedad democrática deben estar "al servicio del bien común de todos sus ciudadanos, tanto creyentes como no creyentes", sin "discriminaciones".

El arzobispo se preguntó si se puede legislar "en contra de la ley moral fundada en la razón y en la tradición mayoritaria de la sociedad" y reclamó que no se aplique una "democracia que valga solo para un partido y sus amigos, dejando fuera a media España". "La historia ya nos enseñó que estos ensayos no traen nada bueno", resaltó.

En su última carta pastoral, el arzobispo Sebastián defendió que en España está pendiente "un debate sereno y razonable" sobre el acomodo de la Iglesia y de los católicos en la sociedad democrática".

El arzobispo rechazó que se diga que la Iglesia pretende imponer a la sociedad entera sus normas y criterios morales o que se señale que los obispos actúan "con mentalidad del nacionalcatolicismo". Indicó que quien estudie documentos de la Conferencia Episcopal y pronunciamientos de los obispos, "no puede acusarnos de tales barbaridades".

Sebastián indicó que el Gobierno debe gobernar para todos, "también para los católicos". Aseguró que la Iglesia está dispuesta a respetar las opiniones de todos y aceptar "las leyes justas de las autoridades legítimas, como cualquier otro ciudadano, sin privilegios ni exenciones de ninguna clase".

"Pero no estamos dispuestos a vernos excluidos de la democracia, ni a vivir bajo la presión de unos modelos laicistas de la vida, ni a ser considerados como ciudadanos de segunda", proclamó.

Fernando Sebastián expuso que "no es ésta le letra ni el espíritu de la Constitución". En su opinión, es "más democrático" que el gobierno, "independientemente de las convicciones personales de quienes lo componen, considere como parte del bien social que los ciudadanos puedan ejercer libremente su libertad en materias religiosas". Censuró que, en nombre ce una "ideología racionalista y laicista" se pretenda considerar la fe y a la Iglesia "como incompatible con la democracia". "Eso es condenar a media España al sometimiento o a la rebeldía. Las ideologías siempre terminan legitimando el autoritarismo", advirtió.

Además de ese debate "sereno" indicó que en la sociedad existe otra "grave cuestión pendiente"; si los gobernantes pueden "legislar", "modificar" y "hasta contrariar" la "tradición mayoritaria de la sociedad" y las "convicciones morales de la mayoría".

Si bien reconoció que el patrimonio cultural es algo cambiante, indicó que esa movilidad "no es tarea propia del gobierno sino de las personas y las instituciones dedicadas al pensamiento". En este punto, es donde Sebastián indicó que si el Estado "con los recurso que sólo él tiene, y dominando buena parte de los medios de comunicación, se convierte en educador y mentalizador de la población, queda muy poco espacio para la democracia". "Eso es el inicio de todos los autoritarismo", insistió.

Según Sebastián, "con un poco más de cultura y de objetividad, la izquierda española tendrá que reconocer que la vida religiosa de los ciudadanos es un bien para sus personas y también para la sociedad".

EDUCACIÓN PÚBLICA Y CATÓLICOS

Según expuso, el "parcialismo laicista" se ve claramente al darse por supuesto que el Estado "tiene autoridad plena para organizar la enseñanza pública" y que ésta, para no herir los derechos de nadie, "tiene que ser laica". "Pero así se impone el laicismo a los jóvenes católicos, con lo cual no se respetan sus derechos", apuntó y defendió que la enseñanza pública sea "como la quieran los padres de los alumnos".

"El Gobierno no debe organizar la enseñanza a su gusto, sino al gusto de los padres, que son los primeros responsables de la educación de sus hijos y a cuyo servicio están las instituciones docentes. Enseñanza católica para los católicos y laica, para los laicos", defendió.

También se refirió a la nueva asignatura "Educación para la Ciudadanía", afirmando que "en el programa de esta asignatura hay muchas cuestiones morales, como es el caso de la educación sexual y afectiva de niños y jóvenes, que no corresponden a la competencia del gobierno".

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