MADRID 18 Abr. (OTR/PRESS) -
Diversos medios de aquí y de allí han coincidido esta semana en loar los beneficios del calentamiento global que, de "The Economist" a "El País", brinda oportunidades inmejorables. Bien lo sabe Al Gore. Un pucherazo de los Bush le cerró el paso a la Casa Blanca. Desde entonces contamina el cielo sin cesar en aviones privados, cada vez más gordo.
Como otros asuntos ambiguos, el cambio climático desaconseja las opiniones apresuradas. A bote pronto, el tabaco parece nocivo, pero los fumadores cubanos son centenarios; los alimentos genéticamente modificados dan cáncer a los europeos, a los americanos los llenan de vitalidad. Lo mismo pasa con la cocina catalana, la unidad de España, la religión, la venta de Navarra, las motos en TVE, los discos de Miguel Bosé o los arquitectos de fama internacional (aunque los trapicheos simultáneos de Kolhaas en Córdoba y Jean Nouvel en Toledo no auguran nada bueno).
En España tenemos la suerte de enfrentarnos a una cadena de sucesos complejísimos que constituye un ejercicio práctico de rigor intelectual y moral. Un 11 de marzo fueron multitud los que entendieron que el presidente llamó uno a uno a los directores de los principales periódicos para engañarlos y que la ministra de Exterior instruyó a las cancillerías para que culparan a ETA. Incluso creyeron oír al ministro de Interior farfullar la cantilena durante varios días. Extrañamente, igual sensación tuvieron los millones de extranjeros que contemplaron sus comparecencias vía satélite. Después, la gente se imaginó que el jefe de policía falsificó pruebas para favorecer a su partido. Obviamente, se trataba de una alucinación colectiva. Los jerifaltes del partido -nutrido de supernumerarios del Opus, que de eso entienden- han declarado que el jefe de policía es un hombre intachable. El presidente y sus ministros sería impensable que fueran tan indecentes, y de ninguno de ellos consta que fuera bastante inteligente como para ser cínico. De otra forma, su partido no los mantendría en el florero, o sería un partido inverosímil.
O sea que entendimos mal. O los datos hay que situarlos en su contexto. En lo del cambio climático, la gente laica y nihilista empezó a refunfuñar desde muy temprano. Ahora se comprueba que, como todo cambio, representa una oportunidad. Los guiris de Norteeuropa están encantados con el sol que les llega tras décadas de ir a secarse a Las Palmas. Por otro lado, con el calentamiento subirá el nivel del mar. Se anegarán un montón de urbanizaciones ilegales.
Agustín Jiménez.