Actualizado 17/01/2007 01:00

Agustín Jiménez.- Cosas de españoles

MADRID 17 Ene. (OTR/PRESS) -

La prensa europea ha comentado puntual y neutra la última bronca entre Rajoy y Zapatero. Naturalmente, en los juicios sobre nativos raros los extranjeros suelen están perdidos. Cualquier español entiende que el problema -ha demostrado el implacable Rajoy- es que Zapatero carece de nivel. En toda su legislatura sólo ha conseguido que le hicieran dos víctimas. ¡Cómo no echar de menos aquellos tiempos estupendos en que, con el PP en su apogeo, se celebraban funerales a diario! Para colmo, a Zapatero lo ha engañado "un grupo de asesinos" mientras que Aznar consiguió que le vacilara el mismísimo "movimiento vasco de liberación". Como Zapatero es un mal español, un nativo estrafalario que hasta pide perdón, seguro que no captó el dilema en que lo precipitó, con toda lógica, Rajoy, ese hombre: "Si le ponen bombas, es porque dialoga y, si no se las ponen, es que ha cedido". Al decir esto, Rajoy sabía que, el día de Navidad, Zapatero envolvió toda Navarra en papel de regalo y se la mandó a Otegui. El envío lo detectó en una de sus visiones místicas el ex presidente Aznar, que guarda la dirección de Otegui de cuando le acercó a los presos de ETA (ojo: "acercamiento", no "concesión").

La estrategia de Aznar tuvo tanto éxito de público, de muertos y de crítica porque contaba con un equipo impresionante: Mayor Oreja -le ponían muchas bombas pero él sabía que la tregua era una trampa-; Acebes -el mayor experto jamás visto y el más afortunado: 200 muertos él solito en un solo día; en lucha antiterrorista era un hacha - y el mejor, el propio Mariano, que dejó una huella imborrable -¿cómo borrar lo invisible?- en todos los ministerios por los que pasó, desarrollando a fondo, con estilo, con humor y firmeza, el concepto de inmovilismo enérgico que lo ha hecho célebre. Lo importante -observa Mariano- es el sentido común, y tomando iniciativas sólo se crea confusión. Es lo que siempre pasa con Zapatero. Remueve a los nacionalistas y, para vergüenza y oprobio, los nacionalistas catalanes aprueban su estatuto y el PNV lo apoya contra ETA. Lleva a Exteriores, por primera vez en la historia de España, a un grupo de gente con experiencia internacional y nos enemista con Bush, a quien, además de su mamá, siguen idolatrando los gemelos polacos, los letones, el 25% de los campesinos de Utah, los iraníes, agradecidos por haberles limpiado de enemigos la región, y Al Qaeda, que, con el impulso de las Azores, ha mejorado para muchos años su cuenta de beneficios. Logros todos ellos geopolíticos, descomunales, a los que el PP aportó su granito de arena con un voto moral, ilustrado, clarividente, el mismo que hoy oponen al cafre, al irresponsable, al bobo de Zapatero, que sigue sonriendo.

Sonriendo e ignorando que "suspender" no es sinónimo de "romper"; que la lista de accidentes no incluye los atentados; que "pacto" no implica dar cabida a todos los partidos sino dar la razón al PP y que para ser víctima del terrorismo, lo mínimo que se debe exigir es la nacionalidad española.

Agustín Jiménez.

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