MADRID 30 May. (OTR/PRESS) -
La guerra es una actividad confusa. En literatura (desde "La cartuja de Parma") y en cine (desde "Cuatro de infantería"), los que participan en la batalla no se enteran de nada. Así que, aunque parezca una hipótesis de política cuántica (el gato de Schrödinger, vivo y muerto a la vez), no es un disparate que en las elecciones españolas hayan vencido, a la vez y mutuamente, los dos bandos contendientes. Si la política es el arte de tener contentos, o, al menos, callados, al mayor número posible de ciudadanos, el saldo de nuestros líderes es estupendo. A lo mejor están aprendiendo a hacer las cosas.
En el mercado internacional de políticos profesionales, se están inventando estilos nuevos. El presidente Sarkozy (él, su señora y sus niños se visten en Prada) se ha convertido en el político más comunicativo del mundo. Rompiendo con el distanciamiento de su antepasado De Gaulle, ha decidido realizar al menos una declaración mediática al día. A veces no dice nada pero recuerda a los franceses que los tiene presentes en sus oraciones. Esto en comunicación se llama la estrategia de la tarjeta postal: "Me lo paso muy bien, el tiempo es magnífico, un beso muy fuerte". Pero una tarjeta postal no tiene contenido. Una tarjeta postal no es épica.
Para épica y contenido, los tarjetazos del compañero Chávez de Venezuela, que ya ha superado en popularidad al presidente de Irán (Ahmadineyad es el Otegui de Oriente Medio; los americanos acaban de iniciar con él un "proceso"). Chávez ha sido noticia incesante y desproporcionada en la prensa española - mucho menos en la internacional - por cerrar una emisora protestona y - según un periódico de Escandinavia - porque un ministro suyo ha acusado a la CNN de relacionar al compañero Chávez con Al Qaeda. Sea como sea, Chávez es un gran caudillo. Ahora bien, comunicación, lo que se dice comunicación, es la que ofrece esa candidata al senado belga dispuesta a absorber el superávit de su principal instrumento de expresión a los primeros 40.000 votantes que le hagan cola. Ella lo explica mejor.
A todo esto, Putin sigue en su puesto y los chinos en todos los demás, Israel sigue bombardeando, los árabes siguen dando muestras de su ancestral capacidad de organización y fraternidad y una japonesa ha ganado el concurso de Miss Mundo. Pocos cambios, como se ve, en España y en el extranjero.
Agustín Jiménez.