MADRID 14 Oct. (OTR/PRESS) -
Un comité noruego que ha visto muchas películas ha prometido a Obama el Nobel de la Paz. Es como si a Rajoy le dieran un premio en este momento por la honradez del partido que dirige (o eso dice). Es verdad que, al menos en versión pantalla, Obama tiene formato santurrón. El rey de Bélgica exhibía el otro día conmovido el telegrama en que la Casa Blanca lo felicitaba por la canonización del Padre Damián (un proceso financiado sobre todo por los católicos españoles). El héroe flamenco de la lepra ejerció su caridad en una isla de Hawai, donde el futuro presidente empezó a ser hombre. Con su aire de fray Escoba, Obama no desentonaría en ninguna estampita, pero, de momento, no ha conseguido siquiera que los leprosos de Estados Unidos tengan seguro médico.
El problema, pues, no es él mismo sino lo que representa. Personalmente es guapísimo y simpatiquísimo y echa miradas como inteligentes. Personalmente Rajoy no parece mal tipo y, aunque no tiene miradas -y mucho menos discursos- de inteligencia, numerosos españoles confían en él porque es un señor vulgar que tiene barba. Los pelos en esa zona de la cara siguen actuando convincentemente en el imaginario de archivo de varones fidedignos, aunque estos no tengan nada que decir. La barba funcionó con Mayor Oreja y funciona en el otro bando con el ministro Rubalcaba, que, pese a ello, tiene la cabeza mejor estructurada. Lo de Aznar era otra cosa. Su bigote cifraba la nostalgia popular dirigida al comandante de puesto.
Obama, un americano rasurado, encarna, sin duda, la nostalgia bobalicona por un mundo mejor y, exceptuando a las tribus irredentas del Este de Europa, que no le perdonan su tibieza con el oso ruso, y a su oposición interna, que lo acusa de socialista, porque la oposición es así, nos cae bien a todos. Pero aun no ha revelado qué guarda detrás de la estampita y de los discursitos y de ese icono implantado por una campaña publicitaria que, esta sí, hubiera merecido un premio Nobel al marketing masivo de telesentimientos.
¿Hay que recordar que, más acá de los discursos planetarios por la CNN, el país que Obama representa sigue manteniendo la misma posición en el mundo que mantenía su odioso predecesor? Sus mismos financieros, sus mismos ejércitos desplegados por docenas de países. ¿Se le puede dar el Nobel de la Paz a un señor con tantos dedos en el gatillo? Últimamente, el presidente Zeta Pe se hace muchas fotos con él porque fotografiarse con Obama es como posar encima de un altar. En eso mismo debían de estar pensando los del comité de Oslo. No iban a pensar en Rajoy.