Actualizado 11/07/2007 02:00

Agustín Jiménez.- La política simpática

MADRID 11 Jul. (OTR/PRESS) -

Unas horas antes del Debate de la Nación, el jefe de la oposición alabó con entusiasmo al Gobierno polaco. Ahí vimos por dónde iban a ir los tiros. Polonia está en una situación parecida a la del PP, aislada de todos, pero convencida de llevar razón. Los aspavientos de los gemelos se toman a cuchufleta: muerte a los alemanes, muerte a los rusos, muerte a los teletubbies por maricones, viva Cristo Rey. Las de la oposición de aquí son menos sanguinarias pero, para nuestro nivel, igual de antipáticas: "Enséñeme las actas". Coinciden los comentaristas en señalar que el gran opositor no conectó con el público y dicen que ha pedido a los suyos que, en la campaña de otoño, intenten ser más simpáticos. La campaña primavera verano se da por perdida. Los políticos no acostumbran a diversificar su oferta y, como sólo venden un modelo por temporada, corren riesgos enormes.

El hecho de que Rafael Nadal haya caído en Wimbledon no merece el mínimo reproche de las lectoras del periódico 'The Sun' (esa Biblia de la Inglaterra real) a quienes sigue pareciéndoles lo más sexy del mundo cuando se rasca el trasero ('the bum') y se estira los calcetines. Rajoy sólo sabe clamar eso de "enséñeme las actas".

Si tuviera capacidad de aprender, comprobaría que su correligionario Sarkozy se rasca lo que haga falta, se estira lo estirable y juega simultáneamente con un sinfín de cartas. Sus enemigos no lo encuentran sospechoso por antipático sino por exceso de simpatía. Uno de los terrores de los socialistas franceses es esa llamada cotidiana en la que el dueño del Eliseo ofrece un cargo a la oposición. Obviamente los no requeridos acusan a los colaboracionistas de traición; éstos, sin embargo, defienden el sentido de Estado y de conciliación del presidente enemigo. La simpatía de Sarkozy está acabando con el partido socialista.

Pero las recetas no son obvias. Desde que llegó al sillón, muchos propios y ajenos han desdeñado por intranscedente al presidente español. Al principio, ZP se esforzó por ser simpático con todos, y está visto que los españoles (como los polacos quizás) no aprecian la simpatía (si no, ¿cómo se explica lo de Aznar?). La prueba es que, cuando Bambi ha mostrado visos de sacar los dientes, ha remontado en las encuestas y ha empezado a ganarse el respeto de los de enfrente y el entusiasmo de los de casa. Y sin enseñar las actas.

Agustín Jiménez

Contenido patrocinado

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Sánchez, al fin, sale a la ofensiva, pero ¿qué ofensiva?

Foto del autor

Antonio Casado

Memoria de Rubalcaba

Foto del autor

Fermín Bocos

Annus horribilis

Foto del autor

Charo Zarzalejos

Castillo de naipes