MADRID 20 Feb. (OTR/PRESS) -
Don José Blanco, ese hombre al que -según confesaba a Onda Cero hace unos días- insultan por las calles de Madrid las señoras de visón, se subía ayer al estrado del PSOE y parapetado tras el conocido atril de diseño -una especie de bandeja de salmón ahumado- daba las claves del desastre de participación en el referéndum de Andalucía: los ciudadanos que no se acercaron a las urnas, es como si hubieran votado "sí"; no lo hicieron con la papeleta en la mano porque estaban tan seguros de que la cosa iba a salir bien, que para qué molestarse. O sea, que no hay que preocuparse por nada, que si se convoca un referéndum y sólo acuden a votar 36 de cada 100 andaluces, no es por falta de interés sino porque estaban tan seguros de que era tan bueno el estatutos y tan importante para sus vidas, que dieron por hecho que se ganaba.
Debe tener razón don José Blanco, que calificó el resultado de la consulta como "un éxito de la democracia", porque ganar el "sí", efectivamente ganó. Pero a este paso lo que podríamos hacer es evitar en el futuro los referéndum y hasta las elecciones que cuestan una pasta, y preguntar a don José Blanco cómo ve él la cosa; le dejamos que reflexione un poco, agarra la bandeja del salmón con las dos manos y el señor Blanco nos da los resultados, nos explica el guión y las razones y nos ahorramos el enojoso trámite de los colegios, las urnas y los recuentos. Total, los que no votan es como si votasen y así la democracia sigue triunfante.
Qué país. Lo de Cataluña ya fue una seria advertencia y ahora lo de Andalucía roza la vergüenza. Es el tercer referéndum -creo- de la era Zapatero y si los dos autonómicos han salido más bien escasos, mejor ni recordar el primero: la Constitución europea en la que tuvimos el honor da dar ejemplo al Continente. Es verdad que luego el Continente dijo que verdes las han segado y que de aquella Constitución, tan veloz y ejemplarmente votada por España, mejor ni hablamos, pero nadie nos quitará el honor de haber sido los primeros en hacer el ridículo votando aquella memez digna de su mentor, ese tal Giscard.
Pero es igual. No les preocupa nada a ninguno. El PSOE, encerrado en su propio delirio, lo mismo dice que los que no votaron es como si votaran que la culpa de que no se votara fue del PP. El caso es auto felicitarse. Y el PP, instalado en el tiovivo de su contradicción, culpa del fracaso a Zapatero, como si ellos no hubieran tenido nada que ver en el asunto, en los asuntos, en la ínfima política que se está haciendo en España. El PP no hace sino dar vueltas alrededor de si mismo y cuando cree que está en el presente, vuelve a colocarse en el pasado. Y así le va, que ni teniendo en el Gobierno a quien tienen, son capaces de arrancar puntos en las encuestas.
Yo creo que les da igual a todos, que aquí nadie se preocupa del ciudadano y, a la visa está, el ciudadano cada día se preocupa menos de los políticos y la política. Tal vez así viven más cómodos mientras la economía siga como hasta ahora. Cuando vengan mal dadas, entonces veremos lo que pasa porque, aunque quieran engañarse y engañarnos, la democracia es algo más que un 36,2 por ciento.
Andrés Aberasturi.