Actualizado 08/03/2008 01:00

Antonio Casado.- Apuestas y encuestas

MADRID 8 Mar. (OTR/PRESS) -

Francisco J. Alcaraz, presidente de la llamada Asociación de Víctimas del Terrorismo, anuncia en vísperas de las elecciones generales que va a dejar la tarea. Unos días antes había dicho, en uno de sus inefables juicios de intención -juicios temerarios, por supuesto-, que ETA apuesta por la victoria de Zapatero porque si ganase Rajoy sería letal para la banda terrorista.

¿No podría haber esperado Alcaraz sólo tres días más para celebrar esa victoria del PP que supondría la derrota de Eta? Pues no. Lo cual solo tiene una explicación. La misma que la cita concertada por el presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, con el vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, para el lunes 10 de marzo, el día después de las elecciones generales. La misma explicación también que el áspero enfrentamiento entre Gallardón y Esperanza Aguirre por un escaño en el Congreso.

Las tres situaciones no tendrían sentido si sus protagonistas estuvieran convencidos de la victoria del PP en las elecciones del domingo. No es el caso. Al contrario, la espantada de Alcaraz, la cita de Díaz Ferrán y la disputa Aguirre-Gallardón solo se explican a partir de su falta de fe en las posibilidades de Rajoy de ganar en las urnas de este 9 de marzo.

Está claro que ninguno de ellos apuesta por el triunfo de Mariano Rajoy. ¿Tan claro lo tienen? Bueno, son sus respectivas apuestas personales. Es uno de los dos métodos de previsión que tenemos: las apuestas elaboradas en base a cientos de otras apuestas personales que captamos en nuestro entorno. El otro método de aproximación al desenlace electoral de la noche del domingo son las encuestas, que no son de elaboración propia sino que nos vienen dadas. Todos sus indicadores, excepto el de fidelidad de voto, son favorables al PSOE y anuncian de forma abrumadora una victoria socialista.

Si se confirma el desenlace cantado en encuestas y apuestas, la primera y más visible consecuencia de las elecciones del domingo será la muerte política de Rajoy. Sólo si la diferencia de votos y escaños fuese muy pequeña respecto a Zapatero -cinco escaños arriba o abajo-, podrían repetir los mismos protagonistas. Y en ese caso, uno de ellos estaría abocado a presidir un gobierno débil en una Legislatura de vida corta. Es el más indeseable de los escenarios. Posible pero muy improbable. Aunque de remota posibilidad, señalado queda.

De todos modos, el hecho de que el PSOE ganase las elecciones del domingo no supondría sacar a Zapatero por la puerta grande. Para eso debería superar dos umbrales en su ventaja sobre el PP. Uno, el del llamado "empate técnico" (no menos del 3%). Y otro, el de la ventaja lograda en las pasadas elecciones generales (4,9%). Está por ver.

Antonio Casado.

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