MADRID 31 Dic. (OTR/PRESS) -
En esta ocasión el principal partido de la oposición, liderado por Mariano Rajoy, ha tenido a bien guardar las formas y atenerse al manual de buenas prácticas políticas. Aplicado a las polémicas advertencias del ministro Rubalcaba sobre la posibilidad de una acción terrorista de ETA, significa que no le queda otra que expresar públicamente su apoyo a la política antiterrorista del Gobierno de la Nación, que es la misma que lleva a cabo el Gobierno autonómico del País Vasco con el apoyo exterior del PP.
Sin entrar en más consideraciones, la secretaria general, María Dolores de Cospedal, reiteró este martes esa sintonía de su partido con la política antiterrorista del Gobierno Zapatero. En ese momento, ya se había producido una conversación del ministro Rubalcaba con Federico Trillo, que es su interlocutor habitual para este tipo de cuestiones. Trillo tomó nota y dio por buenas las razones de Rubalcaba para alertar a la opinión pública de un posible atentado "llamativo" de ETA. Por ejemplo, el secuestro de una figura "con gran repercusión mediática".
La secuencia es más o menos la misma en el caso de los demás partidos políticos, que no han participado en la caza del mensajero, tal vez con la excepción del PNV. Por boca de su portavoz parlamentario, Josu Erkoreka, estuvo inicialmente crítico. También estuvieron inicialmente críticos los sindicatos policiales, pero recogieron velas cuando sus representantes fueron debidamente ilustrados en la tarde del martes por los responsables del Ministerio del Interior sobre la verosimilitud de las advertencias públicas del ministro.
Toda esta labor persuasiva ha logrado el desarme verbal de quienes -algún dirigente del PP, el PNV, los sindicatos policiales y un sector mediático- reprobaron en un primer momento las declaraciones de Rubalcaba por considerarlas "inoportunas", porque daban publicidad a ETA, porque creaban "alarma social", porque estaban inspiradas más por la política que por la seguridad, etc. Y desactivados todos esos argumentos, se ha abierto paso el que asocia los avisos de Rubalcaba a un doble mensaje. Por un lado, impedir que se baje la guardia en el conjunto de la sociedad y entre las personas susceptibles de ser secuestradas. Por otro, sembrar la confusión en las filas de ETA y desestabilizar aún más el ahora convulso mundo de la llamada izquierda abertzale.
Ahí estamos. En los ambientes relacionados con la lucha antiterrorista se da mucha importancia al segundo de los mensajes y, concretamente, a su impacto en el interior de ETA. Se supone que tendrá un efecto paralizante, especialmente en un momento de debilidad de la banda frente a los sucesivos golpes policiales que ha ido sufriendo. Sólo por eso ya valía la pena esta dosis de recuerdo que, como una vacuna contra el miedo a ETA, ha inoculado Rubalcaba a los ciudadanos españoles.