Actualizado 30/07/2013 14:00

Antonio Casado.- Cospedal en vísperas

MADRID 30 Jul. (OTR/PRESS) -

En vísperas del debate parlamentario del 1 de agosto, en el que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy se juega su credibilidad a cuenta del caso Gürtel-Bárcenas, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, se ha ratificado en la doctrina del palo y la vela. O sea, aceptar el órdago de Luís Bárcenas (morir matando) sin pensar en daños colaterales a terceros. De momento, está claro que él será el primero en salir justamente dañado. En cuanto a los demás, Cospedal viene a decir que ignora quiénes y cuantos se han aprovechado del PP por complicidad con las trapacerías de tesorero, pero es seguro que el tesorero es uno de ellos, seguramente el principal.

Y a partir de ahí, caiga quien caiga, por respeto a los cientos de dirigentes y miles de afiliados decentes que sienten vergüenza propia a causa de la desvergüenza ajena. En cuanto al drama en sí que está afectando de lleno a su partido, ha declarado: "No son tiempos de esconderse sino de dar la cara". Bingo. Ahí quería llegar el abajo firmante. La moraleja viene pintiparada en vísperas de la comparecencia parlamentaria en la que Rajoy debe explicar la derivada política del escándalo.

Esperemos que la actitud de Cospedal se contagie al presidente. Si éste es capaz de mimetizar en sede parlamentaria el "a mi Bárcenas no me doblega", firmado por la número dos de su partido, nos creeremos de verdad que el presidente no tiene nada que ocultar y está dispuesto a afrontar las amenazas carcelarias del ex cajero del PP, aunque en el envite tenga que reconocer "algunas cosas" poco santas a lo largo de casi veinte años en el seno de su organización.

"Es de justicia que, si no se ha actuado bien, cada uno asuma su propia responsabilidad", dice Cospedal cuando habla de poner límites al compromiso de un líder en la defensa del buen nombre de su partido. Ojalá que el actual presidente del PP acabe entendiendo que la honorabilidad de esas siglas también pasa por la depuración de comportamientos poco ejemplares. Si lo entiende y lo aplica en su discurso del jueves que viene, habrá hecho de la necesidad virtud y su figura saldrá reforzada del debate. Pero volveremos a las andadas si, por el contrario, se empeña en distraer el caso Bárcenas en un genérico debate sobre la "situación política y económica", incluido un plan de lucha a futuro contra la corrupción.

Su credibilidad seguirá cotizando a la baja si vuelve a tomarse el silencio como un burladero político, olvidando el clamor político y social que reclama explicaciones por lo ocurrido. Los portavoces de los distintos grupos, excepto el PP, no están dispuestos a permitirlo, según han venido declarando a lo largo de los últimos días en los escasos márgenes que la actualidad informativa ha dejado libres del dolor por la tragedia de Santiago de Compostela.

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