MADRID 11 Ene. (OTR/PRESS) -
El Gobierno y el PSOE dan motivos para sospechar que utilizan las trampas semánticas como burladero de sus verdaderas intenciones sobre eventuales tratos con ETA a pesar de los pesares. Por eso se agradecen declaraciones como las del ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, con escaso margen para la interpretación libre de su lenguaje. Y por eso dejan un rastro de dudas las de Rodríguez Zapatero.
Esperemos que en su comparecencia extraordinaria ante el pleno parlamentario del lunes que viene, el presidente sea explícito, firme, contundente, sin utilizar sus consabidos rodeos verbales para eludir respuestas simples a preguntas tan simples como si piensa reanudar el diálogo con ETA, si la versión política de la banda terrorista podrá presentarse a las elecciones de mayo, si es derogable el mandato parlamentario sobre el "final dialogado" de la violencia (resolución de mayo de 2005) o si queda alguna posibilidad de volver al Pacto Antiterrorista.
Respecto a esta cuarta cuestión, se agradece el pronunciamiento de la vicepresidenta, Fernández de la Vega, en el último desayuno de Europa Press. El Pacto Antiterrorista fue un instrumento útil en un determinado momento, dice, pero en la actualidad ya no es válido. Bien. Podría objetarse que, aunque el texto se ha quedado parcialmente sin contexto -sobre todo en su preámbulo antinacionalista cuando el nacionalismo se sindicó para echarle un pulso al Estado-, siempre es susceptible de actualización, a fin de que el resto de los partidos políticos pudiera sumarse al núcleo fundacional. Pero al menos ya tenemos una certeza.
No tan clara estuvo respecto a la posibilidad de que el brazo político de ETA vuelva a sentarse en los Ayuntamientos vascos tras las elecciones municipales. Fernández de la Vega recurrió a las generales de la Ley: como Batasuna es una organización ilegal, es imposible que pueda presentarse. Pero ni media palabra sobre la posibilidad de que sean los mismos perros con distintos collares, que es el meollo de la cuestión si tenemos en cuenta las acreditadas habilidades de estos perros para colarse por los agujeros del Estado de Derecho, pocos cuando prima el respeto a la ley y muchos si hay intención de defraudarla.
Nos jugamos los cuartos con gente que profesa una acreditada aversión al marco jurídico y político donde habitan las garantías de nuestras libertades. Gente que, además, se mueve en una horma moral donde cabe el asesinato, la extorsión, el chantaje y los estragos sobre bienes ajenos. Gente que califica el trabajo policial y judicial de "agresiones" o tiene el cuajo de culpar al Gobierno de la salvajada de la T-4. Bueno, tampoco los nazis asesinaban sino que aplicaban el derecho de sus victimas a morir sin dolor. Cuestión de lenguaje.
Antonio Casado.