Actualizado 10/11/2011 13:00

Antonio Casado.- El debate del debate.

MADRID, 10 Nov. (OTR/PRESS) -

Nos priva hablar de ganador y perdedor después de un cruce parlamentario entre los dos primeros espadas de la política nacional. Y lo mismo ocurre con los debates televisados, cuando los hay. Ha vuelto a ocurrir con ocasión del celebrado el lunes por la noche en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid entre Rubalcaba y Rajoy, aspirantes a la Moncloa en las elecciones del próximo 20 de noviembre.

Sin embargo, habría que empezar saludando el hecho de que el verdadero ganador es el sistema democrático en este tipo de debates electorales, en los que el ciudadano puede aprovechar la distancia corta para formar criterio antes de elegir en las urnas. A estas alturas de la película, que en España ya tiene 33 años, los votantes no suelen dejarse influir por esa absurda secuencia de mítines, vallas publicitarias y lemas vacíos que jalonan los quince días de una campaña electoral reglamentada. Así que agradecen la oportunidad de tocar o probar el género antes de comprarlo. Pero, lo dicho, en el debate sobre el debate hemos seguido hablando de ganador y perdedor, con opiniones para todos los gustos.

A la contra de lo que nos dicen las encuestas efectuadas después del cruce televisivo entre los dos aspirantes al trono de la Moncloa, si al abajo firmante le preguntan sobre el ganador tendría que inclinarse por Rubalcaba. A los puntos, por la mínima y gracias a la ventaja obtenida en los asuntos referidos a políticas sociales, servicios públicos y, en general, lo que llamamos Estado del Bienestar.

En el debate sobre lo ocurrido en el mencionado debate televisivo del lunes por la noche sí hay, no obstante, una general coincidencia en que el líder del PP inspiró más confianza y resultó más convincente cuando tocó hablar de la crisis económica en general y del drama social del paro en particular. Pero Rubalcaba fue de menos a más y resultó mucho más convincente a la hora de postularse como una mejor opción para preservar el carácter público y gratuito de la enseñanza y de la sanidad. Por su parte, Rajoy volvió a ser el hombre moderado, tranquilo y poco amigo de correr riesgos, que supo mantener la calma ante la agresividad del adversario.

Una buena síntesis para reflejar el contraste de programas, propuestas y compromisos que se ventilaron en el debate sería que hubo un candidato que se lo creía y otro que se lo leía. Ese fue el principal reproche que se le hizo a Rajoy, el de apoyarse continuamente en la lectura de los folios de elaboración previa, mientras que a Rubalcaba se le criticó por haberse dirigido a Rajoy como si éste ya fuera el presidente del Gobierno ¿Se hubiera considerado un acierto ponerlo en duda? No lo creo. Le hubieran criticado los mismos por todo lo contrario.