MADRID 26 Abr. (OTR/PRESS) -
El debate presupuestario, recién terminado en el Congreso, ha sido un "revival" de la crispación entre el PP y el PSOE. Entre el Gobierno y el principal grupo de la oposición con los papeles cambiados. Mala noticia. Fue la consecuencia lógica del discurso del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, defensor de los PGE del año en curso. Lo planteó como si estuviéramos en vísperas electorales. Se trataba de culpar al anterior Gobierno socialista de todos los males que nos aquejan y, por supuesto, de las duras medidas de ajuste incluidas por el Gobierno en su "agenda reformista".
Es decir, enésima apelación a la herencia recibida como coartada de los recortes. Un argumento con fecha de caducidad ¿Hasta cuándo? Hasta que los ciudadanos empiecen a juzgar al Gobierno por sus resultados. Las encuestas detectan ya un desgaste electoral sin precedentes después de solo cuatro meses, aunque esa caída no reanima las expectativas del voto socialista. Prueba evidente de que aún cala el argumento de la herencia recibida. Hasta que deje de calar porque los ciudadanos eligieron al PP para resolver problemas y no para estar señalando siempre a quienes los crearon, habida cuenta de que ha habido por medio unas elecciones generales de inequívoco resultado.
El Gobierno del PP parece incapaz de descifrar las malas noticias sin ver detrás algo más que la torpe mano de los socialistas. Sin embargo la realidad se empeña en desmentirle. La realidad es tozuda. Al menos la tangible, la que se puede medir. El Gobierno Zapatero hizo mal las cosas, pero cuatro meses después de su caída las cosas han ido a peor: menos empleo, economía en recesión, huida de inversiones extranjeras, desplome de la bolsa y más presión de los mercados, mientras los recortes ya afectan al Estado del Bienestar y todas las fuerzas políticas relevantes rechazan la política presupuestaria del Gobierno.
Se van cumpliendo los negros augurios que el PP y sus terminales mediáticas venían haciendo desde 2009, cuando celebraban cada mala noticia (bajada de la bolsa, subida de la prima de riesgo, últimas cifras del paro, avance de la pobreza) como un paso más hacia el poder. Acertaron. Las cosas pintan peor que pintaban en los augurios de aquellos profetas del catastrofismo. Con un matiz: ellos decían que la tendencia cambiaría en cuanto los españoles echaran a los socialistas. En eso se equivocaron. Zapatero ya no está en Moncloa pero tenemos mas paro y menos crecimiento, un sistema productivo con sus dos motores detenidos (inversión y consumo) e inesperados golpes de piqueta sobre el Estado del Bienestar.
¿Por culpa del Gobierno socialista y sus mentiras, como la del déficit oculto de 2011? Puede ser, pero carece de sentido seguir alimentando este tipo de debates absurdos. No resuelve nada, y a nadie consuela ya, el resultado de esta inútil discusión sobre si el Gobierno anterior mintió o no mintió respecto al verdadero agujero de las cuentas públicas.