MADRID 27 Nov. (OTR/PRESS) -
Queda mucho para la España "plena", según declamó Rodríguez Zapatero este domingo en Fuenlabrada (Madrid), en su discurso de aceptación de la candidatura socialista para un nuevo mandato presidencial en las elecciones de marzo. Solo dijo "plena". No dijo "rica" porque lo de la España "rica y plena" en voz del presidente del Gobierno hubiera mimetizado peligrosamente la conocida estrofa de "Els Segadors", el himno de Cataluña. Y no están las cosas políticas entre Madrid y Barcelona como para ruidos nuevos. La España más rica que plena -lo que le sobra al Estado en términos de superávit le falta a las familias para llegar a fin de mes-, ha sido inventariada por los socialistas en el consabido balance de Legislatura. Debidamente maquillado, ese recuento de tareas acabadas sirve para afrontar la campaña electoral.
En el balance, aireado por Zapatero este domingo en Fuenlabrada, se lleva la parte del león el efecto "Caldera". Es decir, las políticas sociales coordinadas por un excelente ministro que, sin embargo, no ha obtenido el reconocimiento público que se corresponde con sus altas prestaciones al frente de un Departamento clave en un Gobierno de signo socialista. Y en cuanto al reconocimiento político, al menos en clave interna, parece haberla obtenido de momento con su designación como coordinador de la campaña electoral del PSOE. La gestión de Jesús Caldera en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales ha dado frutos tan visibles y de tanto calado como un período de envidiable paz social (entendimiento de empresarios, sindicatos y Gobierno), las subidas del salario mínimo y las pensiones más bajas por encima de la inflación; la regularización de 700.000 inmigrantes ilegales que ya se han hecho visibles ante la ley, la Hacienda Pública y la Seguridad Social; la Ley de Dependencia, que garantiza la asistencia pública a un millón de personas incapaces de valerse por sí mismas; la Ley de Igualdad, la de Violencia de Género, y un largo etcétera que convierten este Ministerio la gran palanca electoral de un Gobierno que se tiene por socialista, no solo a efectos de puro nominalismo político.
En este tipo de logros, tan cercanos a los estratos más desfavorecidos de la ciudadanía, son los que realmente subyacen en la forja de la voluntad del votante de más baja extracción social. Y de la misma forma que Mariano Rajoy se trabaja la escalada de precios en los productos básicos, pues la cesta de la compra siempre vota contra el Gobierno si los precios suben, es lógico que Rodríguez Zapatero se busque el favor electoral de las capas sociales más desprotegidas.
Antonio Casado.