Actualizado 03/11/2011 13:00

Antonio Casado.- Los programas.

MADRID 3 Nov. (OTR/PRESS) -

A veinticuatro horas del comienzo de la campaña electoral menos incierta de nuestra reciente historia democrática -junto a la del 82, tal vez-, los dos principales partidos políticos hacen públicos sus programas. Por encima de las concreciones en cada uno de los asuntos centrales de la pugna, incluidas las coincidencias, que no faltan, es evidente que se van a cruzar en las urnas dos modelos de concebir la gestión de los intereses generales.

Tratándose de la crisis económica como reto más urgente y más importante, son ostensibles las diferencias entre los dos modelos para superarla. Al menos sobre el papel, que refleja una mayor tendencia a las políticas de austeridad en el PP y cierta apuesta por las políticas reactivadoras en el PSOE.

De hecho persiste la acusación socialista de que el PP quiere desmantelar el Estado del Bienestar. Y se remite a lo que ya se está haciendo en las comunidades autónomas gobernadas por el partido de Rajoy. "Rajoy no dice lo que va a hacer, pero Esperanza Aguirre nos lo cuenta", afirma el candidato socialista como ejemplo del papel de precursores que atribuye a los gobernantes autonómicos del PP.

Lo cual no es del todo cierto si nos atenemos a las declaraciones del líder del PP en Santiago de Compostela, donde este lunes presentó un avance del programa. Quién nos iba a decir que le veríamos apuntarse a la defensa innegociable de la sanidad, la educación y las pensiones. Oiga, lo podría firmar Rubalcaba. Como Rajoy acaba de firmar uno de los anuncios fundacionales del candidato socialista. Me refiero a lo dicho por éste en su presentación oficial del 8 de julio: "No ve voy a comprometer a nada que no me sienta capaz de cumplir".

Casi con las mismas palabras el otro aspirante acaba de repetir el mismo mantra: "No prometeré nada que no pueda cumplir". ¿Estaremos ante un inesperado ataque de sensatez contagiosa entre los dos principales protagonistas de la campaña electoral que empieza este viernes? No lo creo. Más bien es la gran coartada para no entrar en detalles. Especialmente en el caso de quien tiene todas las de ganar. Por su parte, quien tiene todas las de perder lo ha calificado de "ambigüedad calculada".

Rajoy se limita a decir que, en realidad, su programa electoral es un listado de tareas y no un catálogo de promesas. Lógico. Pongamos de ejemplo la regulación legal del aborto que el Gobierno Zapatero ha llevado al BOE y respecto a la cual se le piden precisiones a Rajoy sobre si piensa mantenerla, revocarla o reformarla: ¿Para qué va a prometer nada si el trabajo se lo puede hacer el Tribunal Constitucional?

Hombre, sí puede prometer que no va a negociar políticamente con ETA. Pero en eso también se igualaría con el PSOE. E igualados quedan en la posibilidad de negociar exclusivamente el cómo, cuándo y dónde dejan las armas los terroristas.

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