Actualizado 05/05/2012 14:00

Antonio Casado.- Rayos de esperanza.

MADRID 5 May. (OTR/PRESS) -

El camuflaje semántico no era una exclusiva del anterior presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, y sus ministros. El Gobierno de Mariano Rajoy no solo lo imita sino que lo supera al transformar los recortes en "reformas", la subida de impuestos en "nueva ponderación" y el perdón a los defraudadores en "regularización".

Lo último ya es rizar el rizo a la hora de ocultar el nombre de las cosas. Los "brotes verdes" de la ministra Salgado de entonces se han convertido en los "rayos de esperanza" del ministro Guindos de ahora. Nada que objetar si a la enésima va la vencida. O sea, bienvenido sea el camuflaje si finalmente vemos que la semántica se casa con la realidad. A De Guindos le parece esperanzador que en 2013 la deuda pública se vaya a estabilizar respecto al PIB. No deja de ser un pronóstico pero él lo da por hecho. Ojalá acierte porque, efectivamente, el llamado "superávit primario" (no se da desde 2007) sería un síntoma de recuperación.

También podría verse un "rayo de esperanza" en las cifras de desempleo (cola del INEM) y de afiliación a la Seguridad Social del pasado mes de abril, gracias a la Semana Santa. Sube el número de afiliados (16.549 más de media, respecto a marzo) y, después de ocho meses consecutivos de subidas, baja el de parados (en 6.632, menos da una piedra).

Sin embargo, el Gobierno ha sido realista y, por medio de la secretaria de Estado, Engracia Hidalgo, se nos advierte de que la escalada del paro continuará a lo largo de todo el año en curso. El propio ministro de Economía asume que de momento seguiremos en recesión. Paro y crecimiento son los dos medidores de referencia en el ansia de saber si estamos saliendo del agujero. Y ninguno de los dos ha ido a mejor. Han ido a mucho peor y esto deja perplejo al ciudadano persuadido de que el cambio político del 20 de noviembre mejoraría todos los indicadores, según un sistema de pesas y medidas que sigue el siendo el mismo que se utilizaba en la España de Zapatero.

El camuflaje semántico no resiste la contundencia de los datos objetivos. Y lo cierto es que durante los primeros meses del nuevo Gobierno se han destruido 374.000 puestos de trabajo (primer trimestre de 2012), hemos rebasado los umbrales de la recesión y la economía española sigue bajo sospecha, a la vista de las señales que nos envía la Bolsa y la prima de riesgo.

De modo que hemos ido a peor, aunque las terminales políticas y mediáticas del Gobierno no quieran aceptarlo. Le echan la culpa al PSOE por la herencia recibida al tiempo que le acusan de recuperar en la calle lo que perdió en las urnas. Entretanto, nos piden paciencia mientras la agenda reformista empiece a dar resultados. Los dará, bajo palabra de Mariano Rajoy. Pero eso no deja de ser una cuestión de fe que, como estudiábamos en el cole, consiste en creer lo que no vimos.

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