Actualizado 20/01/2011 13:00

Antonio Casado.- La reyerta PSOE-PP.

MADRID 20 Ene. (OTR/PRESS) -

Por desgracia, la detención de un joven radical murciano, uno de los presuntos autores de la agresión al consejero murciano de Cultura, apenas cuarenta y ocho horas después de producirse el hecho, no sirvió para rebajar el agrio y absurdo enfrentamiento verbal entre la derecha y la izquierda de este país respecto a cuál de las dos es más agresiva con el adversario.

Por cuenta de la insensata conducta de tres extremistas, los dirigentes del PP han introducido acusaciones que, a mi juicio, no son de recibo. Han hecho responsable al PSOE, como instigador de la agresión. Y a la Delegación del Gobierno, por supuesta desidia en la protección a los miembros del Ejecutivo murciano, que venían siendo objeto de una ruidosa contestación social desde que decretó severos recortes salariales en los servicios públicos de la Educación y la Sanidad.

Los reproches a la izquierda en general, y al PSOE en particular, por ese clima de acoso contra los consejeros autonómicos, se puede llegar a comprender en el contexto de la reyerta política permanente que los dos principales partidos vienen librando desde las elecciones generales de 2004. Lo que no parece disculpable es relacionar la agresión con el incumplimiento de obligaciones del Ministerio del Interior y la Delegación del Gobierno. Suena a falta de respeto institucional.

El propio Mariano Rajoy apuntó en un primer momento al ministro Rubalcaba. Según el líder del PP, el abominable atentado contra la integridad física del consejero, Alberto Cruz, viene a ser "el último y más grave episodio de una campaña de acoso contra el Gobierno de Murcia ante la pasividad del Ministerio del Interior". El ministro le respondió este martes en el Senado que más valía que PP se uniese al PSOE en la causa común de los demócratas contra los violentos.

Es muy grave acusar al responsable político de las Fuerzas de Seguridad del Estado de utilizarlas en clave partidista. A eso me refiero cuando hablo de falta de respeto institucional. Recuerda las persistentes insinuaciones formuladas por sectores de la derecha sobre supuesta complicidad de Zapatero con ETA, la instrumentalización gubernamental de documentos judiciales o la incorregible afición de ese mismo ministro del Interior a espiar a los adversarios políticos del PSOE.

No debería tener la piel tan fina el PP frente a la agresividad verbal de quienes han venido acosando al Gobierno murciano hasta el punto de relacionarlo con la agresión de marras. Si hablamos de generar climas en los que brota fácilmente la intolerancia y el verbo denigratorio del adversario, no le sienta nada bien el victimismo al PP, después de haberse pasado cinco años anunciando que España se arruina, se rompe, se divide, se descristianiza o se rinde ante ETA. Nada de eso ha ocurrido hasta ahora pero ese discurso también ha hecho mucho daño, aunque no sea físico.

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