Publicado 17/02/2015 12:00

Antonio Casado.- Sánchez juega y gana.

MADRID 17 Feb. (OTR/PRESS) -

Tampoco hay que darle más vueltas: mejorar la facturación electoral de los socialistas en Madrid y demostrar quién manda. He ahí la doble motivación del desahucio de Tomás Gómez decretado la semana pasada por su secretario general, Pedro Sánchez. Otra cosa es el precio. Tampoco hace falta ponerse esenciales en el análisis. Responde al viejo proverbio castellano de que el que algo quiere algo le cuesta.

Me refiero al riesgo. El peligro consistía en alimentar sin quererlo la imagen de un partido dividido y enfrentado que ya venía siendo de circulación amplia. Y solo había forma de conjurarlo: que la posterior reacción de barones y dirigentes socialistas acabara siendo de respaldo al secretario general. En caso contrario, una decisión pensada para reforzar su liderazgo hubiera producido los efectos contrarios.

Cinco días después de conocerse la "suspensión de funciones" de la Ejecutiva madrileña en base al articulo 69 de los Estatutos Federales del PSOE (deterioro de la imagen del partido y situación de inestabilidad orgánica), ha pasado el peligro señalado. Aunque la pelota todavía está en el tejado respecto a las secuelas de la arriesgada decisión de Pedro Sánchez, no puede decirse que le haya salido mal el golpe de autoridad. Ni ha volado su cabeza ni el partido ha saltado por los aires en Madrid ni en ninguna parte.

Entre otras razones, porque los dirigentes regionales, provinciales y locales -el tejido real de la organización-, tienen que examinarse ante los ciudadanos en las urnas de mayo y lo último que se les pasa por la cabeza es corear a los enredadores o alimentar el ruido de sables en torno a las siglas con las que se van a presentarse a las elecciones. Eso explica, por ejemplo, que las discrepancias conocidas sobre la decisión de Sánchez vengan asociadas a dirigentes sin mando en plaza, como el ex presidente Zapatero, o sin cita con las urnas, como Carmen Chacón.

La comisión gestora, presidida por Rafael Simancas, ha de procurar ahora la promoción de un nombre capaz de competir por la presidencia de la Comunidad, previa consulta a las asambleas de base. Pero antes, o al tiempo, debe convencer a la militancia de que en estas circunstancias lo apremiante es buscar la legitimidad al margen del habitual procedimiento de primarias internas. Importa más la legitimidad de los ciudadanos. Queda flotando el respeto a las reglas del juego, invocado por la ex delegada de Gobierno, Carmen Valcarce, que exige la convocatoria de unas primarias a las que ella se presentaría. Pero también es verdad que en una situación excepcional como ésta, el poco tiempo que falta para las elecciones andaluzas de marzo y las territoriales de mayo no da para ponerse estupendos en nombre de la democracia interna sino para tomar medidas eficaces orientadas a mejorar las expectativas electorales del PSOE, que no están muy boyantes, como todo el mundo sabe.

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