Actualizado 29/05/2007 02:00

Antonio Casado.- Zapatero, perdedor

MADRID 29 May. (OTR/PRESS) -

No es un revolcón cuantitativo, pero lo es cualitativo, por las circunstancias en que se ha producido. En todo caso, el dictamen no cambia: el perdedor de las elecciones del domingo es el PSOE. Al menos es lo que se desprende de aplicar la plantilla propuesta por el propio Rodríguez Zapatero en vísperas de la jornada del 27-M: ganará quien sume mayor número de votos municipales a escala nacional.

Eso no tiene vuelta de hoja y más vale que los socialistas sepan detectar los errores cometidos a la vista de su incapacidad para mantener las posiciones electorales conquistadas en las elecciones municipales de 2003 y en las generales de 2004. Las dos referencias comparativas son malas para el PSOE, lo cual es especialmente significativo si tenemos en cuenta su condición de partido de Gobierno nacional durante tres años de bonanza económica.

Otro matiz ineludible: el peso de la derrota recae en gran medida sobre Rodríguez Zapatero. Su responsabilidad en la pobre facturación electoral de los socialistas debe ponerse en relación con su personal implicación en la campaña, sus concretas apelaciones electorales y ciertas decisiones políticas personales que han afectado a estos comicios o directamente relacionadas con los mismos.

Sus continuas llamadas a la participación con el propósito de movilizar a un electorado socialista bastante más tibio que el del PP, cayeron en saco roto en Cataluña y Andalucía, dos comunidades de indiscutible mayoría socialista. Con una salvedad: la escandalosa abstención de Cataluña tiene mucho que ver con el desencanto derivado de un debate estatutario que acabó siendo lamentable en buena parte por ciertas maniobras de Rodríguez Zapatero.

El otro gran patinazo estratégico del PSOE en estas elecciones es el error Sebastián. Decisión política personal del secretario general, incluso en contra de la organización socialista madrileña, fue la designación del ex jefe de la Oficina Económica de Moncloa como aspirante a la emblemática alcaldía de la capital de España. Y en esa clave debe analizarse el impresionante impacto de los resultados municipales de Madrid en el cómputo que, a escala nacional, sirve para alzar el brazo del PP y dar a Zapatero como perdedor. La cosa es especialmente humillante si se compara la cosecha de Sebastián con la última de Trinidad Jiménez, la candidata socialista desplazada por el presidente del Gobierno por creer que tendría menos posibilidades que aquel frente a Ruiz Gallardón.

Hace bien el PP en celebrarlo. Para Rajoy es un balón de oxígeno que le permite mantener abierta la batalla de la Moncloa. Pero hace mal si echa en saco roto la importancia que tiene, de cara a las generales, el hecho de que la derrota de los socialistas en términos de voto popular, a escala nacional, no se corresponda con su relativo avance en términos de poder territorial.

Antonio Casado.

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