MADRID 22 Mar. (OTR/PRESS) -
Lo último en generación de climas artificiales por cuenta del PP consiste en jugar retóricamente a que Zapatero mira hacia otro lado cuando en las manifestaciones de la izquierda se pide la ilegalización del PP. Como el presidente del Gobierno no lo ha desautorizado expresamente, Ángel Acebes lo ha dejado caer. Insisto, retóricamente. Pero ni aún así se pueden deslizar la barbaridad de que al PSOE solo le falta dar ese paso mientras insinúa que utiliza la Justicia en su beneficio.
No se quedó ahí Acebes. En la misma tacada, denunció que el PSOE moviliza a quienes dan vivas a Lenin, que quiere seguir viviendo del pasado -o sea, de la guerra de Irak-, que el nombramiento del nuevo ministro de Justicia es el pistoletazo de salida para la ocupación del Poder Judicial, que Rubalcaba está mendigando un "gesto" de Batasuna que le permita presentarse a las elecciones y que Zapatero es un piloto suicida que marcha en dirección contraria a la del resto de los españoles.
Bueno, y ahí seguimos. De lo que no se da cuenta la dirección del PP es que sus mentiras alimentan y dan alas al discurso electoral de sus adversarios. Todo lo que el principal partido de la oposición gana en agresividad lo pierde en instinto de conservación. Tan malo es no llegar como pasarse. Sus excesos se le empiezan a volver en contra porque han convertido en un verdadero filón la ira como arma política. Es lo malo de presionar al contrario en el terreno de éste, que deja desguarnecida la defensa y se las empiezan a colar de todos los colores.
Donde se ha desbordado lo tolerable es en las invectivas contra la persona de Rodríguez Zapatero, con ese malicioso retrato de "okupa" de la Moncloa. Como si la habitara indebidamente por haber llegado al poder como consecuencia de un terrible atentado cuya autoría sigue siendo una incógnita, según los escribanos de la verdad sospechosa, a pesar de los sucesivos testimonios que en el juicio van desmontando la llamada teoría de la conspiración. Aunque sugerir que el PSOE está detrás del 11-M, por ser tan burdo, debe doler menos al presidente que verse situado "más cerca de los terroristas que de sus víctimas". El ensañamiento con Zapatero puede generar entre las silenciosas mayorías una reacción contraria a la que busca el PP. El electorado castiga los excesos. Tiene un sexto sentido para detectar el juego sucio en el debate político. Y tiende a penalizar a quien lo practica, cuando descubre, antes o después, que solo hay pólvora mojada detrás de las grandes soflamas y los rasgados de vestiduras en la plaza pública.
Es difícil que los ciudadanos respalden a un partido llamado a gobernar que acusa de no creer en el Estado de Derecho al partido que gobierna. Sería la primera vez que los españoles gratificasen la demagogia, la mentira, el obstruccionismo a la tarea de un Gobierno democrático.
Antonio Casado.