MADRID 24 Abr. (OTR/PRESS) -
No hay duda de que el atractivo político -¿también físico?- de "Sarko" y Segolène ha impulsado la masiva participación de las presidenciales francesas en la primera vuelta. Con una cosecha histórica del 85 por ciento de votos en las urnas, los franceses han testimoniado que esta carrera por el Elíseo cuenta con el aliciente de unos candidatos que rompen definitivamente con la posiblemente más mediocre presidencia que haya tenido Francia en la V Republica. Sarkozy y Royal no han podido encontrar mejor revulsivo, ni mas apropiado contrapunto, que huir de Chirac y de todo lo que de pernicioso para Francia y Europa ha representado el "chiraquismo", para ilusionar nuevamente a una ciudadanía necesitada de savia política nueva. Teniendo en cuenta el resultado de la primera vuelta lo lógico sería, sumados todos los votos del centro derecha, que Nicolás Sarkozy se impusiera en el duelo final. Y no sólo por la suma matemática de votos sino por el estricto cumplimiento de esa norma de conducta electoral no escrita, que asegura que los franceses suelen votar en la primera vuelta con el corazón mientras en la segunda lo hacen con la cabeza y la cartera.
En ese sentido, la falta de solidez doctrinal y de profundidad ideológica de Segolène Royal, como así lo sugieren incluso algunos de sus correligionarios, también juega a favor del candidato conservador cuyo discurso moderado y centrado no rehuye, sin embargo, la firmeza ni las convicciones en los principios y los valores que convienen a la sociedad francesa en este momento. Pero Sarkozy no sólo ha encontrado en Francia el caladero de adeptos y de encantados con su retórica e ideas; aquí en España , donde la trivialización de la política es consecuencia del relativismo moral y social que nos aqueja , la defensa que el candidato del centro derecha francés hace del esfuerzo, del mérito, de la competencia , de la competitividad etc, suscita una sana envidia.
Mientras "Sarko" promete luchar para que los alumnos franceses respeten a sus profesores, cumplan la ley y acepten el camino de la disciplina, la excelencia y el sacrificio, en España se fomenta todo lo contrario permitiendo que los alumnos de primero de Bachillerato puedan pasar curso con la mitad de las asignaturas suspendidas. No me imagino tampoco que en la Francia de Sarkozy tengan que ser los profesores quienes se acojan a bajas por depresión y a solicitudes para cambiar de centro docente, como ocurre en España, para evitar las agresiones y amenazas de muerte de los alumnos delincuentes y de sus familias. Se ha llegado al escandaloso extremo de laxitud de que en vez de perseguir policial y legalmente con contundencia a estos verdugos del sistema educativo y social, se opte por dejarles en las aulas e invitar a sus victimas, los profesores amenazados, a esconderse.
Sarkozy debe ser un ejemplo a seguir y no solo en España sino en la "Europa de los 27", más necesitada de un líder seguro y convencido de afrontar sin complejo las reformas necesarias precisas para dinamizarla, que de una "zapatera" , con toda la carga peyorativa que tiene el término, como es definida Segolène en el vecino país. Antonio Jiménez.