MADRID 19 Ene. (OTR/PRESS) -
Se ha venido arriba. No hay mas que verle y oírle arropado por los suyos y ante los grandes del selectivo Ibex 35, para concluir que Zapatero cogió aire durante la refriega dialéctica con Rajoy en el Congreso y ha terminado por superar el síndrome del boxeador noqueado en que le sumió la mafia etarra con el bombazo de Barajas. Tan crecido está que ha vuelto a las andadas de tenderle una mano a Batasuna y la otra a Rajoy para que se sume al dialogo universal sin fronteras que predica para "conseguir un gran consenso nacional contra el terrorismo", que es como pretender la cuadratura del círculo. Como si fuera posible y compatible desde la moral y la coherencia políticas, aunar el interés de un partido que busca acabar con los terroristas, en el convencimiento razonado y seguro de que nunca desistirán de sus objetivos si no se les paga un precio político, con el de quienes acuerdan zonas de exclusión con ETA para que no mate en Cataluña, firman pactos para marginar al PP como el del Tinell y consideran que Zapatero debe seguir negociando con los pistoleros, a pesar de víctimas mortales de la T-4 ,como defienden ERC y PNV.
Muy al contrario, las iniciativas parlamentarias anunciadas por Rajoy, han servido para demostrar que Zapatero no duda si tiene que elegir compañeros de viaje para abordar la política antiterrorista, entre el PP o el resto de grupos nacionalistas, independentistas y social comunistas del Parlamento; siempre optará por los que lejos de disputarle la Moncloa, procurarán garantizársela aunque esa operación vaya en detrimento de la fortaleza del Estado y de sus arcas. A Zapatero tampoco le importa que el Parlamento español, al que, según prometió, quería convertir en centro de la vida política, empiece a ser un remedo del venezolano donde el "chavismo" ha anulado cualquier atisbo de contestación a Chaves. El vergonzante acuerdo del PSOE y sus "palmeros" para impedir que se debatan en el Congreso las propuestas del PP contra el entramado etarra, ni Stalin lo hubiera aprobado dice Rajoy, persigue el aislamiento político del único partido de la oposición y confirma las intenciones de Zapatero de ganar tiempo para recuperar su proceso que, no olvidemos, está simplemente sumergido pero con el periscopio presto para avistar el horizonte y emerger cuando lo de Barajas, definitivamente , sea recordado como un indeseado accidente en el camino. Y así hasta el siguiente bombazo.
Antonio Jiménez.