Actualizado 20/03/2007 01:00

Antonio Jiménez.- La economía salva a los muebles del Gobierno

MADRID 20 Mar. (OTR/PRESS) -

Nos ha salido flemático o al menos trata de parecerlo. El presidente del Gobierno pretende amortiguar los efectos electorales del huracán opositor del PP con paños calientes y algunas dosis de ese refrán tan castellano que recomienda poner buena cara al pedrisco caído del cielo. Zapatero dice que afrontará la tormenta popular con "calma y buen humor" en el convencimiento de que mas pronto que tarde los ciudadanos se darán cuenta de que lo que importa son los éxitos económicos y sociales del Gobierno. Esos éxitos que intenta "tapar , oscurecer y anular, el PP para recuperar el poder", añade Zapatero.

Miren ustedes por donde, sin proponérselo, Zapatero nos ha retrotraído a la segunda legislatura de Aznar cuando éste, sus ministros y demás dirigentes populares se desgañitaban proclamando que la guerra de Irak, el "Prestige" y otras cuitas de menor fuste, formaban parte de una estrategia medida de los socialistas para desviar la atención de los ciudadanos sobre lo que realmente era importante: el imparable crecimiento económico, la creación constante de empleo y el más alto nivel de progreso y bienestar de España, nunca antes alcanzado en su historia. Eso era lo trascendente; todo lo demás podía considerarse secundario, o sea, más o menos lo mismo que hoy le dice Zapatero a Rajoy cuando éste vive el esplendor de la protesta en la calle con la misma intensidad y plenitud que el actual inquilino de la Moncloa lo disfrutó detrás de la pancarta contra Aznar.

Es cierto que la economía sigue de cine pero eso no implica, como pretende Zapatero, que toda su gestión de gobierno sea plebiscitada por la opinión publica en términos de unánime aprobación. El que Solbes no haya tocado, con buen criterio y sentido común, la despensa y recetas económicas heredada de los Gobierno de Aznar, no salda con aprobado el balance de los tres años de legislatura de Zapatero. El extraordinario momento económico de España brillaría con mas intensidad si el presidente del Gobierno no se hubiera enredado en el debate sobre la reforma territorial del Estado, aprovechando la puerta falsa que abrió el nuevo estatuto de Cataluña, y no le hubiera dado motivos a las victimas del terrorismo y al PP con una estrategia opuesta al espíritu y la letra del Pacto Antiterrorista y la Ley de Partidos. Confiemos además en que los pronósticos y augurios inquietantes de algunos medios financieros internacionales, sobre la posibilidad de que España pudiera sufrir un "tsunami inmobiliario", peor que el estadounidense, no se cumplan. Una crisis brutal, como ha ocurrido en Estados Unidos, en el sector inmobiliario y de la construcción, teniendo en cuenta que España tiene una de las tasas de productividad mas bajas de Europa, la sumergiría en una grave depresión de consecuencias imprevisibles. Entonces ZP no podría sacar pecho ni de su política económica.

Antonio Jiménez.

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