Actualizado 03/07/2007 02:00

Antonio Jiménez.- Estado de la explicación

MADRID 3 Jul. (OTR/PRESS) -

Zapatero pretende pasar de puntillas en el debate del Estado de la Nación sobre el asunto estrella de su legislatura. Se empeñó obsesivamente en hacer del final negociado del terrorismo objeto prioritario de sus desvelos y deseos y ahora pretende obviarlo tras comprobar el fracaso cosechado. El presidente quiere que nos olvidemos de lo que ha sido fuente permanente de conflicto y enfrentamiento en los últimos tres años y pongamos, en cambio, atención a la catarata de datos económicos y sociales propagandísticos con los que anegará los escaños del Congreso en el discurso de apertura del debate. En esta tesitura, Rajoy, bien podría espetarle algo así como "has llegado tarde forastero y bien que te lo advertí estos años atrás".

Si yo fuera Zapatero o cualquiera de los que le acompañan en su errática y confusa odisea gubernamental, no me perdonaría jamás el haber desaprovechado política y electoralmente los "tres mejores años de la Historia de España en crecimiento económico y de creación de empleo -como repiten los divulgadores afectos al inquilino de la Moncloa- y en normas como la Ley de Dependencia que hacen que mientras en el resto de Europa se recorte el Estado de Bienestar, aquí se haya ampliado". Que mal he debido hacerlo, debería admitir Zapatero, para que aún teniendo un balance de legislatura en materia económica y social impecable, el PP, después de lo ocurrido en las municipales pueda ganarme las próximas elecciones generales. El presidente debería hacérselo mirar y responderse a sí mismo sobre su empeño en abrir un debate territorial con la reforma de los estatutos, sin el concurso del principal partido de oposición, que ha provocado crispación y enfrentamiento entre comunidades y por qué se metió en una incierta y provocadora negociación con ETA sin importarle agredir a las víctimas y desoyendo las advertencias de quienes le avisaron de su final y las consecuencias.

Ahora llega el momento de hacer balance ante el Parlamento y en las urnas y lo ocurrido no puede quedar a beneficio de inventario como pretende el presidente. Zapatero está obligado a explicar el alcance y calado de sus negociaciones con ETA y responder a las informaciones publicadas por distintos medios que inciden en la impresión generalizada de que ha faltado reiteradas veces a la verdad durante su proceso de paz. Si los españoles nos merecíamos un gobierno que no nos mintiera, como dijo el hoy ministro de Interior para zaherir al de Aznar, el gobierno de Zapatero no era evidentemente el que nos merecíamos. Y el problema de ZP es que ya no convence ni a los propios. Hasta alguien como Félix Ovejero acaba de escribirlo en "El País": "el presidente ha hecho trampas. Una y mil veces negaba hacer lo que hoy sabemos que estaba haciendo. Incluso estiraba las palabras hasta vaciarlas de todo su sentido, a veces de un modo particularmente ofensivo para la inteligencia y para la institución". Hoy y mañana veremos si hace propósito de enmienda y autocrítica o sigue por el mismo camino que denuncia el filósofo barcelonés.

Antonio Jiménez.

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