MADRID 11 May. (OTR/PRESS) -
Qué habría pasado en este país, cabe preguntarse, si las miles de personas que han tenido la oportunidad de charlar y compartir confidencias con el Jefe del Estado durante los últimos 32 años, en recepciones oficiales y audiencias privadas, las hubieran difundido en los medios informativos. Hasta ayer mismo, una posible indiscreción del Rey, no registrada por cámaras y micrófonos y producida en esos espacios de referencia, jamás habría traspasado el ámbito de confianza que los anglosajones delimitan con la expresión "off the record". Esa era la norma no escrita y asumida que evitaba que las conversaciones informales con el Jefe del Estado en "corrillos" como los de la recepción del día de la Fiesta Nacional con periodistas y políticos, trascendieran los muros del Palacio Real y fueran utilizadas de forma sectaria y partidista en los medios.
No ha sido así cuando ha elogiado el proceso del Ustler y ha puesto énfasis ante los periodistas con los que departía, deduzco de las palabras regias, en que para sellar un acuerdo de paz como el conseguido por Tony Blair en Irlanda del Norte hay que tener calma, mucha paciencia y aunque no siempre se salda con éxito "hay que intentarlo". Ese ,"hay que intentarlo", es el que los afectos al Gobierno de Zapatero y a su mal llamado "proceso de paz", que parece que está en "standby", han aprovechado a conveniencia de parte para subrayar sin disimulo que el Rey también está a favor de la negociación con ETA. De nada sirvió después que el Jefe del Estado aclarara que el Ulster no tiene nada que ver con el País Vasco y por tanto no se puede establecer paralelismo alguno entre aquél problema ahora resuelto y la ofensiva criminal y terrorista que desde hace mas de 30 años impulsa ETA en España.
En vista del eco informativo y político que han tenido sus palabras, el Rey incurrió en una ligereza , no tanto por lo que dijo, porque leído sin prejuicios parece obvio que deja claro que no se pueden comparar ambos problemas, sino por no haber tenido en cuenta ante quien lo decía. Don Juan Carlos se metió, sin pretenderlo, en un charco minado por el enfrentamiento político y los sentimientos de unas victimas que de forma respetuosa han salido con cierta urgencia para advertir , sin éxito, que no se pueden utilizar sus declaraciones como un aval de la negociación con la banda terrorista tal y como ya han sugerido PNV e IU. El PP dice que "del Jefe del Estado no se habla" y en el PSOE han apostado por la discreción en el convencimiento íntimo de que su Majestad , sin quererlo, le ha hecho un favor a Zapatero en medio de la escandalera por la oficina siniestra de Moncloa y el coladero de Batasuna en las urnas del 27-M.
Antonio Jiménez.