MADRID 30 Mar. (OTR/PRESS) -
La inflexible y férrea negativa del actual eurodiputado del PP y ex director general de la Policía, Agustín Díaz de Mera, durante la masacre terrorista del 11-M, a revelar el nombre del "honesto" funcionario policial que le puso en conocimiento de la existencia de un informe encargado por la Comisaría General de Información sobre la posible implicación de ETA en los atentados, para no poner en peligro su vida y su carrera, suscita sospechas suficientes como para dudar de la existencia del mismo y en el mejor de los casos, sobre el calado y fuste del informe si de verdad existe.
Ante una matanza criminal como la que sacudió y conmocionó a España no vale hacer invocaciones éticas que obstaculizan el fin deseado y legitimo de las victimas de que prevalezca la verdad de lo sucedido y se haga justicia. Si realmente hay un documento policial que analiza la posible vinculación de ETA y los islamistas como tantas veces se ha sugerido, Díaz de Mera no puede esconderlo en la supuesta salvaguarda del honor de un 'brigadier', que mas de uno puede creer que no es real, o apelando a su profundo amor e identificación con la policía. La causa de la verdad no se defiende colocando el proceso que se sigue en la Audiencia Nacional en una situación absolutamente insostenible como le dijo el irreprochable presidente del tribunal Javier Gómez Bermúdez antes de sancionarlo con 1000 euros y abrirle un procedimiento penal por un presunto delito de desobediencia.
Sinceramente creo, mientras no demuestre lo contrario, que el ex director general de la Policía ha jugado al equívoco y es consciente de las graves consecuencias que se derivan de su actitud poco valiente para los millones de ciudadanos que vienen reclamando la verdad del 11-M y para los afectados por el proceso, pero me temo que no declaró porque tenía poco que aportar. Comprendería sus recelos sobre la seguridad y futuro profesional del "honesto" policía que le advirtió sobre el informe, en un país distinto al nuestro donde los excesos del poder no encuentran respuesta adecuada en la Justicia o en una prensa libre, pero no en España donde hay medios y formas suficientes para garantizarle la integridad física y laboral. Todo esto suena a excusa y justifica a quienes cabalgan a lomos de la verdad oficial y gubernamental en el convencimiento de que las cosas en torno al 11-M, aunque no aparenten lo que son, tras el juicio, terminarán siendo lo que fueron y 'vale ya'. Díaz de Mera tiene aún la oportunidad de rehabilitarse y de paso desmentir a los que le acusan de fomentar el bulo de la conspiración tirando primero la piedra para después esconder su mano "negra". Y la dirección del PP debe obligarle a que lo aclare.
Antonio Jiménez