Actualizado 07/04/2009 14:00

Antonio Pérez Henares.- El resbalón de Rosa Díez

MADRID 7 Abr. (OTR/PRESS) -

UpyD ha significado un buen soplo de aire fresco en la política española por más que su dirigente Rosa Diez sea toda una veterana en estas lides e incluso haya ocupado cargos relevantes tanto en su anterior partido, el PSOE, como en el Gobierno vasco, donde fue consejera en el gobierno de coalición PNV-PSOE. Es algo que sus ahora adversarios y antes compañeros le recriminan. No hay mucha razón. Aquel PNV de antes de Lizarra no estaba en las posiciones excluyentes y secesionistas en que está ahora. O por lo menoslos que sí, Arzallus y Egibar a la cabeza, lo disimulaban. Pero no es aquella la cuestión sino ésta. Con la impronta de Savater comoreferente intelectual y ético, con la incorporación de gentes hartas de los enjuagues de los partidos mayoritarios y asqueadas de la ley electoral que sufrimos, el pequeño partido fue creciendo en la simpatía de las gentes y ante el estupor de la concurrencia logró un escaño en el Congreso de los Diputados. La propia Rosa. Y desde entonces no ha dejado de estar presente en la vida publica, ha dado la cara, ha aprovechado hasta los abrazos del oso que algún ayatolá radiofónico le ha dado y los besos interesados de otro que quiere mandar en algún partido más de lo que manda en su periódico. No pasa nada. Es lógico que UpyD aprovechara esas posibilidades cuando le negaban el pan y la sal en todos los demás sitios.

Y llegaron la elecciones en el País Vasco y Galicia y de nuevo saltó la sorpresa. En Galicia se quedaron muy lejos pero en Euskadi consiguieron un escaño. Que durante días parecía poder ser decisivo en configuración de una mayoría no nacionalista. Y ahí empezó a patinar una Rosa Díez que lo había estado haciendo francamente bien y tenía cada vez más nerviosos tanto al PP como al PSOE. Se le subió el pavo. Perdió la humildad. Y era cuando más le hacía falta. Cuando mas se esperaba generosidad y estar mas que a los deseos propios a los profundos deseos de las gentes.

El resbalón ultimo, cuando ya su voto no era imprescindible (que sí necesario) ha sido abstenerse en la votación de Arantza Quiroga (PP) como presidenta de la Cámara vasca. Se hubiera entendido que no votaran, que no votarán, a Patxi López como lehendakari y tienen razón en pensar que se les ha ninguneado. Pero incluso era de pensarse mucho eso y desde luego haberse pensado mucho mejor esta abstención que ha desconcertado a muchos de sus propios simpatizantes.

Pero además Rosa ha leído mal otro escenario.: El vuelco psicológico producido en el electorado del PP por la elecciones gallegas. Han salido reconfortados y animosos. Quedan por supuesto los enemigos íntimos de Rajoy y los feroces seguidores del "profeta", pero en su conjunto piensan que no tienen por que cambiar de sigla y que hasta tienen algunas buenas posibilidades. Las elecciones europeas serán decisivas para todos. Las perspectivas paraUpyD eran magnificas y en cuarto creciente. Y siguen siendo buenas. Pero no tanto como si se hubiera producido la hecatombe gallega de Rajoy y la guerra fratricida por la sucesión. La fuga de votos puede haberse taponado en buena parte.

Pero lo peor ha sido ese error de libro cometido en Euskadi. Abstenerse en la elección de Arantza Quiroga como presidenta del Parlamento culmina una sobrevenida serie de patinazos presididos por un cierto "ir sobrada" de Rosa Díez . El partido despierta esperanza pero alguna cosas de Rosa empiezan a despertar recelos. Y no entre sus rivales, sino entre quienes más simpatías podía tener por ellos. El síndrome del partido "seta", de crecimiento repentino y consunción rápida les acecha. Deciden momento claves en lo que ya hay que bajar a la arena y mojarse el culo. De lo contrario, adiós a los peces.

P.D. Supongo que mi obligación hoy era meterme en quinielas gubernamentales de fecha de crisis y ceses ministeriales. El gobierno lleva un año caducado, no sería malo que ya lo desecharan. Pero si el timonel sigue marcando el mismo rumbo dará prácticamente igual a quien le encarguen baldar la cubierta del barco.

Antonio Pérez Henares

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