MADRID 19 Abr. (OTR/PRESS) - El PSOE está muy contento malmetiendo en el "cocidito madrileño" del PP y trasmitiendo por todas sus terminales lo acabado que está Rajoy y lo Tacheriana que resulta Esperanza Aguirre. La propaganda siempre se le ha dado muy bien al partido de la rosa que ya hasta en símbolo gana en eso al de la gaviota. Puede que luego no tengan razón en ninguna de ambas cosas o que la tengan en las dos, pero en lo que les vale por lo menos como cortina de humo e para disimular en el atrolladero en que estan metidos nada mas empezar la legislatura. La economía les está quemando y, encima, hasta ya les arde el agua.
Es algo tan burdo lo sucedido con el trasvase del Ebro a Barcelona que de esto ya ni pueden echarle la culpa al PP. Esta hasta los más acerrimos defensores mediáticos de una cosa y la contraria es imposible acharcarsela al la malignidad intrínseca de la derecha. El Plan Hidologico Nacional se lo cargaron ellos nada mas pisar la Moncloa y lo que ahora hacen es rescatar un trocito para dar agua a quienes por boca de su presidente de entonces, Maragall, y del de ahora, mas lo rechazaron y corearon aquella frase tan socialista y solidaria de "Ni una gota de agua del Ebro para Levante".
ZP, la Narbona, que tanta paz lleve como descanso deja, y la corte taliban han hecho del agua propaganda pero lejos de resolver un problema los han agravado todos y han roto hasta lo más esencial, el concepto de que era un bien publico y comun de todos los españoles. Una vasija hecha añicos que ahora ya parece imposible de restañar.
El agua es un problema nacional aunque esa política taliban, integrista, de gurus ideológicos sin un solo pie en la tierra ni en la realidad , lo ha convertido en el garrote de unas comunidades contra otras. El agua es responsabilidad del gobierno central y como tal debe asumirla el presidente. El agua es la primera espina de la rosa después del triunfo electoral y este pinchazo ya está muy enconado. Esta vez el agravio y lo grotesco de la solución han sido demasiado descarados como para que ya no quepa ningún subterfugio ni ocultación posibles. Ni siquiera ese tan "original" de llamar a la cosa de otra manera para pretender que es otra cosa.
Y no es porque la medida tomada, el trasvase a Barcelona, no sea la adecuada. Lo es. No cabe ninguna duda. Pero ponerla en practica lo que descubre es la vergüenza de la insolidaridad, el doble rasero y la ineptitud de cuatro años de autobombo y de incapacidad para resolver la cada vez mas grave cuestión.
Al cambio climático, tan cacareado, no se le pone remedio ni paliativo al menos, haciendo fotos capullas en glaciares para mayor gloria de nudistas y fotógrafos en pos de famas y dineros al estilo Gore. Se pone le pone, entre otras cosas, por ejemplo, con una verdadera política hidrológica, con previsión de sequias y avenidas, con regulaciones de cauces, con obras, trasvases y, por supuesto, desaladoras. Pero por favor, que regrese el espiritu de don Indalecio Prieto, el viejo político que trazó la líneas maestras de este tinglado allá por la Republica, y que se calle de una vez el cursi del Araujo, mentor desde la más atroz incompetencia de lo que ha sido la NO política del agua, consistente esencialmente en no hacer nada excepto panfletos. Que regrese la cordura, la solidaridad socialista y nacional, el concepto de progreso y de bien comun y, que vuelva don Inda y que retiren una vez estos gurus disfrazados de verde, que sin un voto propio, han gobernando sobre todos. Antonio Pérez Henares.