MADRID, 9 May. (OTR/PRESS) -
Sostengo una tesis que no tiene demasiado éxito todavía: no es seguro que Mariano Rajoy sea el candidato a las próximas elecciones generales, y entre otras cosas dependerá del resultado de las elecciones del próximo día 22 en Castilla La Mancha. Si gana María Dolores de Cospedal, Mariano Rajoy saldrá indirectamente reforzado; si fracasa la secretaria general del PP, el líder será destronado. Tal vez por eso, en el arranque de campaña, Rajoy señaló Extremadura como banco de pruebas del PP.
La otra punta de lanza es Francisco Álvarez Cascos. La encuesta del CIS le empieza a colocar en el sitio que le corresponde como escisión de un partido grande. Un nuevo Pelayo no tiene sitio en la Asturias del siglo XXI; envolverse en la bandera y decir que es suya no es suficiente. El resto de su proyecto es gaseosa. El fogoso candidato ha amenazado con querellarse contra el CIS porque no le da lo que él quiere. Está en su naturaleza. Pero si logra grupo parlamentario, será un punto de apoyo para el asalto de la calle Génova al que aspira la presidenta de la Comunidad de Madrid. Esperanza Aguirre tiene un desprecio histórico por Rajoy, que en no pocas ocasiones ha exteriorizado en forma de desplante. Una victoria rotunda de la lideresa -cantada desde el hundimiento dramático de Tomás Gómez- junto al fracaso de Cospedal, daría una nueva mayoría en el congreso del PP que tiene que elegir candidato.
Estas elecciones municipales se han convertido en un laboratorio del futuro de los partidos en España. Si se confirma el descalabro socialista, no tendrá más remedio que convocar un congreso extraordinario para mandar a José Luis Rodríguez Zapatero a vivir a León y a elegir secretario general y candidato. Y en el PP se ventila la posibilidad de tener un líder o una lideresa que no sea un lastre para los resultados del partido. La falta de decisión de Rajoy, su dejar hacer y su falta de criterio, es un pasivo para el partido conservador español que puede convertirse en un partido de derecha dura sin ningún complejo. A pesar de que no tiene muchos.